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El sutil nexo entre el cutis y la nutrición

El rostro es el espejo de nuestro bienestar emocional; en él se dibujan las expresiones y las sensaciones de nuestra existencia. Dependiendo del momento de la vida que estamos viviendo, si es dulce o amargo, irradiamos serenidad, buen humor, decepción o preocupación. Hoy en día, se dice que para saber si alguien se encuentra en un estado de bienestar hay que observar detenidamente la apariencia de la piel del rostro.

Muchos son los consejos que podemos encontrar para mantenernos optimistas y serenos en todas las circunstancias: meditar, hacer ejercicio y dar mucho cariño a los que nos rodean son algunos de ellos; adoptar una mascota no es mala idea.

Sin embargo, por muy buena actitud y mucho amor que compartamos, si nuestra alimentación es alta en grasa de origen animal o aceites diferentes al de oliva o canola, vamos a presentar una piel con síntomas de inflamación: enrojecida, con manchas, con acumulación de grasa en los párpados.

Cuando somos jóvenes, la producción de colágeno y elastina es muy eficiente; el primero da firmeza y el segundo evita la formación de arrugas. Pero a medida que envejecemos, empezamos a perder esa eficiencia, y de ahí la necesidad de mantener una dieta equilibrada, si no queremos perder frescura y belleza.

Dietas bajas en carbohidratos o sin bases científicas comprobadas pueden afectar a los músculos que dan tono a los pómulos, que definen el contorno del rostro, dando un aspecto demacrado y envejecido a la cara.

Cuando, en cambio, la alimentación es muy alta en carbohidratos, producimos elevadas cantidades de glucosa (azúcar); ésta se adhiere al colágeno, inhibe su función y acelera el envejecimiento del rostro.

La ingesta de carbohidratos como azúcar de mesa, papa, harina de trigo, arroz, choclo licuado o molido también afecta a la elastina; se entrelazan con ella  formando un entramado que la vuelve rígida y facilitando la formación de  arrugas.

Cuando ingerimos alimentos que contienen proteínas, junto con azúcares, y que han sido sometidos a elevadas temperaturas, se forman compuestos AGES; estos, son los culpables de destruir la calidad de la piel. Es decir, es aún más rápido el fenómeno de envejecimiento cuando consumimos postres que están  elaborados con huevo o queso, más azúcares, o en una pieza de carne, pollo o pescado glaseados.

Diez alimentos que atentan contra tu belleza:

  • Azúcar pura
  • Arroz
  • Maíz o choclo licuado o molido
  • Cereales de desayuno, cuyo principal ingrediente sea el arroz o el maíz
  • Verde rallado o majado
  • Puré de papa
  • Jugo de remolacha con naranja
  • Costillas de cerdo o de res
  • Vísceras
  • Postres horneados con azúcares
  • Harina de trigo en forma de pan, pasta o pizza

 

Afortunadamente, ya se patentó una harina de trigo diseñada para ingresar lentamente como glucosa en la sangre, volviendo posible el consumo de estos productos sin llevarnos a un envejecimiento precoz. Este es un nuevo aporte que en materia de salud, belleza y placer por una buena comida nos ha entregado el Dr. Barry Sears, creador de la dieta de la zona.

Fuente: Revista Mariela