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Muchos padres de familia luchan constantemente para que sus hijos consuman alimentos saludables.

Esto ocurre porque los niños no están dispuestos a probar nuevos alimentos.

Pero la nutricionista de Nestlé, Cristina Ontaneda advierte sobre ciertos comportamientos y frases que se mencionan en la mesa.

Decirle al niño: “Si no comes esto, mamá se va a poner brava” o “Come este bocado por el papá, por el tío, etc”., es negativo.

Estas frases hacen que tu hijo piense que si consume alimentos va a tener amor y aceptación por parte de los padres. Esto tiene efectos negativos a largo plazo ya que pueden utilizar la alimentación como un mecanismo de aceptación hacia otros. Mejor diles: “Mira, esta es una pera. La pera es dulce como un durazno”. El explicar a tus pequeños qué comida están consumiendo es vital para que tengan ganas de probar nuevos alimentos. Si no lo entienden, no van a querer probarlo.

No uses violencia a la hora de comer, no amenaces para que se acaben todo. El estómago infantil es pequeño.

“Hacer que tus niños se den cuenta cuando estén o no estén llenos es vital para regular su apetito en las edades adultas”, dijo Ontaneda.

Fuente: eluniverso

1-Torrijas. Bendito sea este manjar de los dioses típico de Semana Santa, cuyo ingrediente básico es pan de molde bien duro. Lo acompañamos de huevo, leche y azúcar y elaboramos una receta sencillísima que nunca falla: no hay nadie a quien no vuelvan loco.

 

2- Pan rallado o su versión japonesa panko. No hay nada más sencillo de hacer que el pan rallado, que no requiere más que dejar secar bien en el horno el pan duro para posteriormente desmigajarlo con un molinillo. Si nos acostumbramos a elaborar nuestro propio pan rallado en lugar de comprarlo, podremos tunearlo a placer, añadiendo ajo, perejil o cualquier especia que nos guste. Incluso podremos elaborar diferentes panes rallados en función del uso que queramos darles: uno con hierbas provenzales para las carnes, por ejemplo; y uno más sencillo, pongamos por caso, para las croquetas.

 

3-Picatostes. Los picatostes son tan versátiles que conviene tenerlos siempre en casa, pues son perfectos para añadir a nuestras cremas de verduras, tanto frías como calientes. Pueden elaborarse de diferentes maneras con una rebanada de pan duro del día anterior, que sólo hay que cortar en pequeños cuadrados y meter al horno a una temperatura de 180º durante unos 20 minutos. La opción más sencilla es meterlos en el tostador hasta que queden bien tostados, aunque también hay quier prefiere freírlos en abundante aceite de oliva a temperatura bien alta.

 

4- Migas. Como tantos platos que tienen como ingrediente básico el pan duro, las migas son un alimento de origen popular (de pastores, dicen, que aprovechaban un mendrugo de pan duro para prepararse un manjar que ahora ha pasado a ocupar millones de cocinas). Media horita y estarán listas, un fantástico plato a base de pan duro (de barra, a poder ser), chorizo y panceta, aunque existen interminables versiones de este manjar: con huevos, con sardinas e incluso con uvas y chocolate.

 

5- Sopa de cebolla. De nuevo un “manjar de pobres”, dicho esto con todos los respetos, un plato delicioso, perfecto para el invierno, al que le vamos a coger el truquillo en cuanto lo hayamos hecho un par de veces y que tiene versiones gloriosas en muchos restaurantes de alta cocina. Nos va a salvar una cena, porque conjuga dos ingredientes que es muy raro no tener en casa: pan duro y cebollas.

 

6-Pudín. El pan duro tiene también gloriosas versiones dulces, como el es caso del pudín, un plato con múltiples versiones que constituye un postre de excepción. Aunque este delicioso pastel suele elaborarse con pan del día anterior, huevos, leche y una pizca de canela, hay quien lo elabora con cualquier bollo que se esté poniendo duro, desde magdalenas a bizcochos. Existe una interesante versión exprés de esta delicia que os animamos a probar: comprad un sobre de flan en polvo y preparadlo como se indica en las instrucciones, añadid el pan al final, en la mezcla, cortado en rebanadas finitas, y dejad enfriar en la nevera.

 

7-  Tostadas francesas. Son un desayuno espectacular, que consiste simplemente en rebozar el pan duro cortado en rebanadas en una mezcla de huevos, azúcar, leche y una pizca de canela, si nos gusta. Freímos en abundante mantequilla y… voilà: ya tenemos nuestras tostadas francesas espectaculares, listas para compartir mesa con nuestro café con leche y nuestro zumito.

 

8- Sopas de leche. Esta receta rescatada directamente de nuestras abuelas, de aquellos tiempos en que de verdad había necesidad, ha protagonizado los desayunos de muchas familias a lo largo de los años. Y es que es un plato sencillo, nutritivo y delicioso. Hay múltiples versiones, pues cada familia ha ido adaptando la receta a sus gustos, pero no consiste más que en hervir la leche junto al pan duro, y añadirle azúcar y canela al gusto. Se come en un bol o plato hondo con cuchara.

 

9- Tarta de pan duro. Leche, huevos, azúcar y pan duro (opcionalmente, vainilla o canela). Un golpe de horno y tendremos una tarta que nada tiene que envidiar a cualquier delicatessen con millones de ingredientes. Estamos de nuevo ante un desayuno apañado, sencillo, nutritivo y sabroso.

 

10- Todo lo demás. No olvidemos que nuestro pan tiene que estar siempre ahí para gazpachos, salmorejos, albóndigas y muchos otros platos que nos van a requerir este alimento que, incluso duro, ha salvado a muchos de la desnutrición a lo largo de la Historia.

 

Fuente: Cocinatis