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Para enfrentarte a las rutas que os proponemos a continuación no solo hay que ser valiente: hay que amar el riesgo. Teniendo en cuenta que son muchas las personas que han sufrido accidentes en las que son consideradas las rutas más peligrosas del mundo, hay que saber valorar ese instante en el que el corazón se te acelera hasta límites insospechados.

Desde las ganas de probarse a sí mismo hasta la necesidad de adrenalina, pasando por las ganas de vivir una gran aventura, son muchas las razones que llevan a los viajeros a hacerle frente al peligro. Otra de ellas es llegar hasta los lugares menos transitados del mundo… que también son hermosos. ¿Preparados para descubrirlos?

Tenemos que comenzar nombrando la selva de El Amazonas, pues todos hemos escuchado hablar, en algún momento de nuestra vida, de los peligros que existen en la selva más conocida del planeta. Hasta hace unos años, explorarla todos sus rincones era impensable.

Nos quedamos en Perú para hablar del Machu Picchu, desde la cima del Huayna Picchu. Las vistas que nos regala la montaña son impresionantes pero recorrer el sendero que nos lleva a ella es, cuanto menos, peligroso. Las escaleras parecen estar construidas en vertical y el mal de altura es más traicionero de lo que parece.

 
La Carretera de la Muerte | Flickr

Al menos, no tiene un nombre tan aterrador como La carretera de la muerte, como así se conoce a la carretera que une La Paz y la región de Yungas, en la vecina Bolivia. A más de 4.000 metros de altura, esta carretera consta de unos 80 kilómetros de un solo carril (aunque de doble sentido) construido con arena y piedra. Es frecuentada para los amantes del riesgo pero resulta escalofriante que sean muchas las personas que deben recorrerla por obligación.

Uniendo Chile con Argentina encontramos la Ruta Caracol, nombre que entenderéis contemplando la fotografía que dejamos junto a estas líneas. No lo parece, pero la carretera gana altura con mucha rapidez y transitarla se hace más complicado con cada metro que asciendes. El paisaje, claro, es de una belleza única.

 
Ruta Caracol | Flickr

Como también es único El laberinto del Parque Nacional Tierra de Cañones, en Utah (Estados Unidos). No ha sido creado por el hombre: todo es obra de la naturaleza. Supone un reto para sus visitantes y también un riesgo: además de la más que probable pérdida, te puedes enfrentar a altas temperaturas, ausencia de agua y grandes acantilados.

 
El Laberinto | Flickr

En San Francisco, también Estados Unidos, encontramos el conocido Parque Nacional de Yosemite, donde se encuentra la roca partida. Se puede ascender a ella pues “solo” cuenta con 1500 metros de altura, pero los últimos pueden ser un auténtico infierno y necesitarás ayuda de cables. Es un terreno resbaladizo que puede llegar a poner muy nervioso a quienes se atreven con ello.

 
Roca Partida. Yosemite | Flickr

Condiciones más extremas encontramos en la Autopista Dalton de Alaska, ideal si lo que quieres es descubrir terrenos inexplorados. Tiene más 666 kilómetros y muy, muy, muy pocos pueblos situados en torno a ella. Cuando el frío se cierne sobre ella es prácticamente intransitable, todo un reto.

 
Autopista Dalton | Flickr

Otra carretera, la del Océano Atlántico de Noruega. Solo son 3 kilómetros, ¡pero qué 3 kilómetros! Atraviesa un pequeño archipiélago de la costa occidental del país y está considerada patrimonio cultural del país, por la cantidad de turistas que recibe al año. Consta de puentes, miradores y lugares turísticos que no la libran de la etiqueta de “peligro”.

 
Noruega | Flickr

Seguimos en torno a las a veces violentas aguas de los océanos y el mar para llegar al Pasaje de Gois, en Francia, la carretera que aparece y desaparece. Se trata de un camino ubicado en un costado del mar que entraña bastantes peligros: desde las algas que nunca dejan libre el sendero hasta la propia subida de la marea, que te puede hacer desaparecer de un segundo a otro.

 
Paisaje del Gois | Flickr

Sobradamente conocido es El caminito del Rey, para algunos el más peligroso del mundo. Se encuentra en El Chorro, en Málaga, y es un desfiladero de 3 kilómetros situado a 100 metros de altura sobre un cañón. Hay tramos que no cuentan con más de un metro de anchura. Solo apto para los más valientes.

A más de 100 metros de altura se alza también el puente colgante de Trift, en los Alpes suizos. Las vistas a partir de éste son espectaculares pero pocos son capaces de aguantarlas. Mide unos 170 metros y hay que tener mucho cuidado con las corrientes de aire de la zona.

 
Puente Trift. Suiza | Flickr

Cuidado también con el viento en los acantilados de Moher, en Irlanda, uno de los lugares más hermosos del país. Es recomendable no abandonar las zonas de seguridad establecidas pero los más aventureros no suelen prestar atención a estas advertencias y ya ha habido más de un disgusto por aproximarse demasiado al Océano Atlántico. Hay quien decide aventurarse a esta ruta en bicicleta; en ese caso, ¡el doble de cuidado!

Viajamos ahora hasta Papúa Nueva Guinea para explorar uno de los territorios más inhóspitos del mundo: el Sendero de Kokoda. 96 kilómetros de selvas tropicales llenas de todo tipo de parásitos portadores de todo tipo de enfermedades. Este camino solo puede hacerse a pie y no hay nada en el territorio que pueda servir de refugio. Es uno de los senderos más peligrosos del mundo, habiendo sido recorrido por muy pocas personas en la historia.

 
Sendero Kokoda | Flickr

Nuestro viaje por las rutas más peligrosas del mundo concluye en China, en dos localizaciones diferentes. En primer lugar, el Túnel de Guoliang. Construido por los propios aldeanos, este túnel rodea de forma sinuosa las montañas de Taihang durante más de un kilómetro. Es muy estrecho y está lleno de curvas.

 
Sendero Guoliang | Flickr

Hay quien dice que ninguna de las rutas anteriores, ni siquiera el caminito del Rey, puede compararse a la Travesía de Hua Sahn, considera por muchos la ruta definitiva para los amantes del riesgo más extremo. Las llamadas Escaleras Celestiales conducen al Monte Hua Shan, situado a más de 7000 metros de altura.

 
Huashan | Flickr

Se trata de una travesía sobre tablones de madera pegados al acantilado, lo único que te separa de una caída. La llegada, según dicen, merece la pena: además de la vista espectacular, en la cima se encuentra una casa de té que prepara las mejores infusiones del mundo.

Fuente: ViajesTic

¿Perteneces a alguna de estas tribus viajeras? ¡Descúbrelo!

Los solteros. Más que un destino, tus viajes son un trayecto; por eso, prefieres ir donde sabes que habrá solteros como tú en un solo sitio, muy al estilo de los cruceros del amor. Eso sí, por tu salud emocional, recuerda que todo es cero compromisos, la idea es divertirte. Para más opciones de este tipo, visita Nones, Viajes Singles, Solteros de Viaje o El Mundo del Single.

Dinkis. Esta tribu está conformada por treintañeros con dinero pero sin hijos. Este término se hizo conocido en los años 90 y proviene de las siglas inglesas Double Income No Kids (sueldo doble sin hijos). Aman viajar, los buenos hoteles, vestir bien y comer mejor. Si perteneces a este grupo, no querrás perderte hoteles como el Ushuaïa, en Ibiza (España).

“No sin mis hijos”. La otra cara de la moneda la conforman los padres que no quieren o no pueden decir adiós por unos días a sus pequeños retoños. Muchos de los miembros de esta tribu son realmente felices yendo a todos lados con sus hijos y hacen lo posible por mantener esta costumbre. Por suerte para ellos, lugares pensados para los niños abundan en el mundo, como el famoso Disneylandia o Dinópolis, un parque temático ubicado en España.

Solo mujeres. El turismo femenino lo integran muchas solteras, divorciadas, casadas, viudas. Comprende escapadas a un spa con clases de reiki y sesiones de compras con personal shopper. Existen hoteles especializados que lo tienen todo, desde pilates, sauna, piscina, aromaterapia y las más exquisitas técnicas de relajación, entre ellos el Bella Sky Comwell, en Copenhague, el The Premier Hotel, en Nueva York y el Naumi Hotel, en Singapur.

Los altruistas. Son personas que le dedican parte de su tiempo a viajar por una buena causa. Lo hacen a través de fundaciones o por cuenta propia y pueden colaborar haciendo el papel de profesores de matemáticas en una escuela de Camerún o reforestando un área arrasada de la selva.

 

Fuente: Revista Mariela