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¿Te volteaste y justo detrás de ti o a unos pasos alguien estaba mirándote? ¿Esto, incluso, te ha pasado también mientras duermes? No ha sido coincidencia; simplemente, tuviste la sensación de que estaban viéndote. Poder percibirlo es una habilidad humana, objeto de estudio desde hace poco tiempo.
El término scopaesthesia es la conjunción de dos vocablos griegos: skopein (mirar), como en microscopio o telescopio, y aesthesis (sensación), como en anestesia.

 

El filósofo y biólogo británico Rupert Sheldrake sometió a un grupo de personas a un experimento en el que debían decidir cuándo estaban siendo observadas y cuándo no. Los resultados mostraron que la gente percibía la mirada a sus espaldas en un porcentaje mucho mayor al que produciría el azar.
El investigador, en años anteriores, se había enfocado en estudiar la capacidad de predicción y telepatía en los seres humanos, con resultados igualmente sorprendentes. La comunidad científica deberá decidir si continúa analizando las actividades extrasensoriales humanas.

 

Fuente: Revista Mariela

estudiar

El tiempo de estudio personal en casa debe ser planificado. El horario se puede organizar con flexibilidad, es buena opción que los hijos digan sus preferencias para hacer una buena planificación.

Deben optimizarse el tiempo que los niños utilizan para estudiar. Así como deben prepararse, necesitan tiempo libre para descansar, para entretenerse en actividades lúcidas o culturales que les atraen y para jugar cuando son pequeños.

El objetivo es que los hijos sean capaces de establecer su horario de estudio y cumplirlo con autonomía como estrategia para llegar a culminar sus estudios con éxito.

Fuente: Solohijos.com

Thalía compartió una foto de su hijo Matthew Alejandro, disfrutando de una sesión musical en su estudio de grabación.
La cantante afirmó que al niño le encanta verla trabajar.

“Este público si me pone nerviosa! ¡A Mateo le encanta estar en el estudio mientras trabajamos y vaya que tiene su buena opinión!”, escribió la artista.

En la imagen, Matt está con los audífonos puestos, mientras su papi Tommy Mottola le tomó la foto.

 

 

Fuente: La Botana

 

 

Blac Chyna realmente está invirtiendo tiempo y dinero en su carrera en la música.

La ex de Rob Kardashian ya trabaja en la grabación de su primer tema, aunque no ha dado detalles todavía.
La mamá de Dream Kardashian compartió este martes, unas fotos en su Instagram, desde el estudio de grabación.

No se sabe todavía el estilo de música que la aspirante a cantante eligió, aunque muchos confían que será rap y hip hop.

 

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Una publicación compartida de Blac Chyna (@blacchyna) el

Fuente: La Botana

Es un hábito adquirido en los últimos años. Llegada la noche, una vez acostados en la cama, se revisa el celular por última vez en el día. Se contestan los últimos mensajes de WhatsApp, se repasa la actividad de los amigos en las redes sociales, se lee alguna noticia de interés. Ese rato se puede extender durante largos minutos y sus repercusiones a la hora de conciliar el sueño, no hay dudas, son negativas.

La culpable tiene un nombre y es una hormona: la melatonina. Es la encargada de promover el estado del sueño. Al revisar el celular caída la noche, el cerebro envía corrientes de luz potente; un mensaje contradictorio que disminuye la secreción de la hormona y, por ende, reduce el cansancio.

No es solo el celular a la noche. También las pantallas iluminadas de los LCD y las tablets generan un efecto similar. El doctor Alejandro Andersson, médico neurólogo, director médico del Instituto de Neurología de Buenos Aires, explicó: «El tipo de radiación lumínica que emiten, producen dos fenómenos de trascendencia para los ritmos de sueño. Por un lado, afectan su período natural de sueño, reduciéndolo a niveles de peligro. Por otro, agregan un factor distorsivo, pues la luz del monitor en ese momento atrasa nuestro reloj biológico».

En el reloj biológico parece residir la clave en la conciliación del sueño: «Nos invita a dormir para que no fallezcamos y nos anima a despertarnos al cabo de un tiempo apropiado para el organismo», señaló Andersson, quien también detalló que las consecuencias de su manipulación pueden ser terribles: «Si se altera, afecta también a los patrones de alimentación, a la actividad cerebral y a la regeneración celular. Modificarlo no provoca simples ojeras; una distorsión grave y prolongada de este ritmo puede conducir a obesidad, diabetes e, incluso, cáncer».

La recomendación del especialista -no podría ser otra- es evitar el brillo de las pantallas minutos antes de ir a dormir. Su brillo provoca confusión y consiguientes dificultades en el descanso. También aconsejó: «Es importante contar en el dormitorio con una luz más cálida porque afecta menos a la producción de esta sustancia y, a medida que avancen las horas, el cuerpo irá pidiendo descansar».

En los tiempos que corren, resulta inevitable estar expuestos a iluminación artificial. Sin embargo, de acuerdo al neurólogo, en cuestiones de luz, el color importa. «Si normalmente cerramos los ojos a las 23, permanecer expuesto a luz azul puede hacer que resulte imposible conciliar el sueño hasta pasadas las 2 de la madrugada», advirtió.

Fuente: infobae

Una alarma para arrancar la jornada, otra para recordar una cita y otra más para recordar que «hay que recordar» un evento. El dedo se desliza sin cesar por el celular para leer noticias, mandar mensajes, ver mails, informarse sobre el clima o el tránsito y reproducir videos.

Llega el final del día y el cuerpo pide dormir. Pero un episodio de una serie de Netflix se convierte en una maratón de seis horas. La pantalla brillante del teléfono se roba el sueño, uno queda presa del insomnio y otra vez vuelve a deslizar el dedo, sin parar, por el celular. Escenas (¿delicias?) de la vida cotidiana donde uno queda preso de la pantalla.

El smartphone manda. La pantalla controla. El Gran Hermano nos dice que debemos estar conectados todo el día. Es decir: «conectados» a ese mundo digital que poco tiene que ver con el otro mundo, el que existe fuera de los dispositivos.

¿Es que acaso esto es lo normal? ¿Es que «así es el mundo actual y hay que adaptarse»? No. Al menos eso cree Tristan Harris, fundador de Time Well Spent, un movimiento que busca crear conciencia sobre la necesidad de que la tecnología «se busque alinear con nuestra humanidad» (tal como lo explica en su sitio).

Harris no piensa que haya que desprenderse totalmente de la tecnología e irse a vivir a un cerro sin teléfono ni electricidad. Él cree que es necesario repensar la tecnología de modo tal que mejore la calidad de vida de los usuarios. No es cuestión de construir prisiones, sino de generar libertad.

«Una tecnología construida en función de nuestros valores y no del tiempo que pasamos en la pantalla», resume en el video publicado en su sitio.

«Los productos se solían diseñar pensando en crear algo que funcionara bien, que ayudara a la gente. Ahora, el diseño se basa en: ¿cómo voy a lograr que la gente use este producto?, ¿cómo voy a lograr captar la atención de la gente?, ¿cómo los mantengo ahí? Casi todos los diseñadores ahora sólo piensan en conseguir la atención de la gente».

«En la actualidad, Apple, Google y Facebook son compañías privadas que se convirtieron en planificadores urbanos de lo que ven miles de millones de personas. Ahora todos vivimos en una ciudad invisible que fue creada por ellos», concluyó Harris.

Fuente: Infobae

Un grupo de neurocientíficos portugueses ha encontrado las causas del porqué varía nuestra percepción del tiempo dependiendo de las circunstancias. Es decir, por qué sentimos que el tiempo se pasa ‘volando’ cuando nos divertimos y supuestamente se ralentiza cuando estamos aburridos.

El estudio, llevado a cabo en Lisboa por el Centro de Investigación de lo Desconocido de la Fundación Champalimaud, y publicado en la revista Science, pudo establecer la localización de unos circuitos neuronales en el mesencéfalo que participan en la percepción del tiempo transcurrido utilizando por varios meses ratones entrenados que pudieran estimar la duración de un intervalo entre dos sonidos.

La función de la dopamina

Así entonces, los ratones con su hocico presionaban dos paneles diferentes según percibían que un tono fuera más largo o más corto. A su vez, se medía la actividad de sus neuronas dopaminérgicas a través de una técnica de fotometría, en donde el neurotransmisor es la dopamina, encargada de regular la atención y las emociones como la felicidad o el miedo.

Dichas neuronas están ubicadas en la sustancia negra del cerebro, cuyo desgaste está relacionado al alzhéimer y a la enfermedad de Parkinson, las cuales producen alteraciones espacio-temporales.

El tiempo y la actividad cerebral

El experimento pudo demostrar que cuando se disminuye la actividad de estas neuronas a través de técnicas farmacogenéticas, la estimación del tiempo en los roedores se aceleraba mientras que al aumentarla, utilizando la luz, sucedía lo contrario y tendía a desestimarse.

“La actividad de estas neuronas era suficiente para alterar la forma en que los animales juzgaron el paso del tiempo”, indica Joshep J. Paton, coautor del estudio.

En relación con el descubrimiento en humanos, Paton afirma que es muy posible que exista en nuestros cerebros una conexión similar. Sin embargo, es complicado validarlo porque aunque se consiguió evaluar el comportamiento de los roedores, no se pudo conocer su percepción real de lo sucedido, ya que no expresan lo que sienten.

Un equipo de científicos de la Universidad Curtin, en Australia, ha encontrado los perfiles personales de los ‘megamentirosos’.

En su estudio, en el que participaron 3.449 personas de diferentes grupos étnicos, zonas geográficas y niveles de ingresos de Estados Unidos; observaron que el 13% de los encuestados fueron responsables de proferir el 58% del total de las mentiras dichas durante la prueba.

De acuerdo al análisis de las respuestas, los sociólogos han clasificado dos grupos de personas consideradas como las más mentirosas:

El primero lo conforman hombres solteros de bajo nivel educativo, con tendencia a conductas antisociales (como la conducción agresiva) y que habitan en residencias alquiladas, además de no tener hijos.

El segundo grupo lo integran mujeres jóvenes casadas, con altos ingresos, de fuerte carácter (irritables) y dueñas de su vivienda. “Quizás se trate de mujeres que se casaron por dinero”, supone Arch Wooside, investigador en The Huffington Post Australia.

También reveló la investigación que un 21% de los participantes intenta vivir sin pronunciar ninguna mentira. Generalmente son mujeres solteras de al menos 70 años de edad.

Wooside recomienda para detectar a los mentirosos, que se debe prestar mayor atención a lo que éstos hacen que a lo que divulgan.

Y tu, ¿te encuentras en alguno de estos grupos de las personas más mentirosas o conoces a alguien que lo esté?

 

Fuente: grandesmedios.com