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Solo pensar en una posible infidelidad de la pareja, trae aceleradas y grandes sensaciones de ansiedad, miedo y rasgos obsesivos por descubrir una verdad que conceda esa libertad que alivia o, por el contrario, condene a una cadena de amargura, dolor e incredulidad, ya que quien sufre los estragos de una infidelidad carga además con la cicatriz de las mentiras, el engaño y la decepción.

En términos generales, las causas psicológicas de la infidelidad son tres:

Es por esto que si a una relación con estos rasgos le aparece un tercero aportando un cortejo que parece amor renovado, las chispas de un sexo apasionado y/o entretenimiento sugestivo harán que la situación se ponga complicada y que inevitablemente venga la temible caída. Solo que el orden de prioridad para la infidelidad cambia en hombres y mujeres; para el hombre es: la insatisfacción sexual, el desamor y el aburrimiento, mientras que para la mujer es desamor, aburrimiento e insatisfacción sexual.

En América Latina las estadísticas muestran, en temas de infidelidad, que los hombres y las mujeres actúan de manera distinta, y aunque el hombre se presente tres veces más infiel que la mujer, también resulta ser mucho más confiado en su creencia: “a mí no me va a pasar, a mí no me pueden engañar”.

Y es por esto que mientras la mitad de las mujeres pensamos que nuestras parejas pueden ser o están siendo infieles por las razones comentadas, el 80% de los hombres creen firmemente en la fidelidad de sus mujeres, creencia –diría– un tanto ingenua, ya que una de cada tres mujeres reconoce ser infiel o haberlo sido en algún momento de su vida.

En mi experiencia profesional, he podido observar las diferencias entre la infidelidad masculina y la infidelidad femenina; la primera surge con mayor frecuencia pero es más fácil de ser descubierta, y muchas veces llama la atención la falta de destreza en los hombres para no ser pillados, que hasta parece que su descuido es ex profeso, quizá porque en nuestro sistema social logren, después del “escándalo”, una ganancia secundaria que les permite absurdamente afirmar su machismo y, por otro lado, librarse del peso y la culpa de llevar una doble vida, que terminará siendo comprendida y en el peor de los casos apoyada.

Mientras que las mujeres, debido al alto costo social de la infidelidad –a diferencia del hombre– y por lo que pueden llegar a perder –incluida su valoración social–, cuando deciden ser infieles lo hacen como si se tratara de un crimen casi perfecto, cuidando detalles que puedan dañar a los demás, porque generalmente lo que prima en su pretensión es sentirse mejor amada.

Hombre y mujer estamos expuestos a la infidelidad, debido a nuestra naturaleza vulnerable, a la fragilidad innegable de siempre estar tentados hacia lo prohibido que atrae y genera emoción y adrenalina, a lo escondido que deja la puerta entre abierta para ser descubierto, adicional a los faltantes que se tengan y a factores con los que diariamente estamos en contacto, como la cercanía o convivencia con otras personas en lugares de trabajo, estudio, grupo de amigos; pero, principalmente, si nos hallamos en una relación que no está cimentada sobre bases firmes, estaremos más cerca de poner un pie en el ardiente terreno de una ilusión, que bien podría crearnos ¡quemaduras de quinto grado!

Aunque no existen parámetros exactos, hay situaciones que podrían alertarnos sobre la infidelidad de nuestra pareja. Lee y responde estas preguntas a continuación:

1.- Estás segura de que tu pareja ha dejado de contarte sobre sus cosas y proyectos como si a alguien más se las estuviera contando.

NO

2.- Cada vez hacen el amor con menos frecuencia y es por evitación o falta de interés de tu pareja.

NO

3.- Sorpresivamente tu pareja muestra un interés intenso por ir al gimnasio, cambiar de imagen o tipo de música, mostrando un cambio evidente para todos.

NO

4.- Repentinamente ha modificado sus rutinas: almuerzos fuera de casa, llegadas tarde, trabajos los fines de semana.

NO

5.- Cuando recibe una llamada telefónica se aleja inmediatamente de ti, incluso saliendo del lugar donde se encuentran. Estas llamadas pueden ocurrir en horas inoportunas.

NO

6.- Descubriste que últimamente ha cambiado sus contraseñas del celular, redes sociales y hace uso exagerado del internet.

NO

7.- De pronto ha empezado a compararte con otras personas y a emitir críticas destructivas.

NO

8.- Últimamente nombra amigos/as que no conoces, encuentras manchas en la ropa, olores a perfume del sexo opuesto y aparecen gastos excesivos.

NO

9.-  Tu pareja nunca permite que tomes o leas ni por accidente sus mensajes de WhatsApp.

NO

 

Suma tus respuestas afirmativas y negativas y obtén el resultado:

Más de cuatro respuestas afirmativas (SÍ): resultado A.

Más de seis respuestas negativas (NO): resultado B.

  1. A) Existe la posibilidad de que tu pareja te esté siendo infiel o que otra persona se encuentre presente en su mente con el peligro de que se esté enamorando. Los indicios no son definitivos, pero es importante tenerlos en cuenta porque podría pasar de alerta naranja a ¡roja! Confróntalo de manera asertiva y aclara tus dudas al respecto ya que, si no, el deseo obsesivo de convertirte en investigadora privada taladrará tu mente y trastornará tu paz, lo cual va en desmedro de tu función y valía en una relación. Busca la ayuda más sensata posible.

 

  1. B) Alíviate, no te está siendo infiel. Al parecer tus dudas están más enfocadas en tu inseguridad que en las “pruebas” que en realidad puedan configurarse en sospechas reales. Sin embargo, es primordial fortalecer de manera sabia la comunicación y detalles acercándote a tu pareja para hablar sobre lo que necesitan y así generar seguridad en la relación, trabajando delicadamente en ella, ya que nunca es tarde para ser infiel.

Como se anotó, los factores de la infidelidad nombrados en forma general pueden variar de acuerdo a las circunstancias e historia personal de cada cual. Sin embargo, lo que resulta invariable es que el amor de pareja sí demanda esa exclusividad sentimental donde el “yo soy solo para ti y te quiero solamente para mí” constituyen el compromiso de creer y apostar  por la FIDELIDAD, desmitificándola de atributos que resultan irreales como: “el que ama no es infiel” o “porque me ama no le puede gustar nadie más”.

La fidelidad no es ausencia de deseo o atracción hacia un tercero con quien puede surgir química automáticamente, sino que la autodeterminación y evitación a tiempo, con la suma de potencias motivacionales como el amor y los valores, es lo que hace posible que, ante la tentación, demos media vuelta recurriendo al adagio popular “el que huye, vive”.

Recordemos que el amor y sus componentes son una decisión que va construyéndose un día a la vez, dando como resultado o beneficio una vida que trasciende. Las parejas fieles y felices combinan convicción, amor y compromiso en cantidades adecuadas, sin alimentar quimeras y con los pies bien puestos sobre la tierra.

 

Fuente: Revista Mariela