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La ocasión era única, por muchas razones. Para empezar porque era la primera vez que Kesha actuaba fuera de su tour desde que se tomó un descanso en el año 2014. También porque no subió sola al escenario. Lo hizo acompañada ¡y qué compañeras de actuación! Camila Cabello, Julia Michaels, Cyndi Lauper, Andra Day y Bebe Rexha la acompañaron. Todas vestidas de blanco de pies a la cabeza, en una balada repleta de mensajes emotivos y en una clara referencia a los movimientos Time´s Up y Me Too.

Y por último, porque muchos consideran que Praying es la historia de los abusos físicos, sexuales y el maltrato psicológico que sufrió la propia Kesha en manos de su productor, Dr. Luke., Lukasz Sebastián Gottwald durante más de 10 años.

A pesar de que en el año 2016, Kesha perdió el juicio contra su ex-representante y se vio obligada a cumplir el contrato y seguir trabajando por tres años más para la persona a la que había denunciado por abusos, no se dejó quebrar por esta resolución y fundó su propio sello, Rainbow, con el que ha podido producir temas como este fabuloso Praying.

No fue la única referencia al movimiento contra el acoso sexual. Janelle Moane dio un discurso plagado de reivindicaciones y de mensajes haciendo referencia a los últimos acontecimientos en la industria del entretenimiento: “También somos hijas, esposas, madres, hermanas y seres humanos. Para aquellos que se atreverían a intentar silenciarnos, les ofrecemos dos palabras: #Timesup. Decimos que Time’s Up está por la desigualdad salarial, la discriminación o el acoso de cualquier tipo, y el abuso de poder”. Y también una conclusión final que acercan posturas y buscan evolucionar hacia mejor: «y así como tenemos el poder de dar crear cultura, también tenemos el poder de deshacer la cultura que no nos sirve. Entonces, trabajemos juntos, mujeres y hombres, como una industria musical unida y comprometida a crear ambientes de trabajo más seguros, con igual salario y acceso para todas las mujeres».

Numerosas artistas decidieron aparecer en la ceremonia con una rosa blanca, un símbolo, ya fuera en forma de broche o simplemente llevándola en la mano, para unir su voz a la protesta contra el abuso sexual y la brecha salarial entre hombres y mujeres.

Fuente: Trendencias