Moto, moto, moto, moto. El paisaje urbano de Taipéi, la capital de Taiwán, es uniforme. En hora pico, en vías de tránsito hacia el centro socioeconómico de la ciudad, la dinámica social se encrudece. El horizonte es homogéneo: personas con casco a bordo de motocicletas a una velocidad moderada por el propio flujo del tráfico. Para el extranjero, un colapso mental, una odisea. Para los locales, la cotidianidad, la normalidad.