«Hay que aprender a correr». El conocido maratoniano Carles Castillejo evoca con ese consejo el interés creciente de los españoles por lanzarse a la carrera, algunas veces de manera imprudente y sin pasar los controles y revisiones médicas necesarias. El «running» se ha convertido en un «movimiento social» en los últimos años en España, dicen los expertos del deporte como Castillejo, y mientras algunos achacan al ánimo por sentirse «dentro del porcentaje de la población que busca acabar con la vida sedentaria y cuidarse» el motivo principal de esta inusitada y casi recién estrenada vocación deportiva, otros remiten a la crisis económica y hasta a la burbuja inmobiliaria como argumentos.
Razona de este modo Margarita de Lacoma, directora del Instituto de Estudios Deportivos Iesport, para quien fue determinante la inversión de los ayuntamientos en instalaciones municipales para que se produjese este «boom» de la afición deportiva. Sea como fuere, lo cierto es que, por la propia experiencia en los gimnasios y la calle, es evidente que nuestro país «se ha subido» a las zapatillas.
«Correr es barato, en un momento de crisis, la gente se borró de los gimnasios y se apuntó a esta moda al aire libre. Quieres sentirte como la mayoría de la población que corre, como el vecino, y como luego empieces a apuntarte a competiciones, te pica el gusanillo y vas a más», opina Castillejo, capitán de la comunidad de Adidas «Runners» Barcelona.
Se calibra uno mismo primero –de ahí que se hayan multiplicado los podómetros que cuentan pasos y los cronómetros de tiempos–, compara resultados y se aventura en carreras para medir su puesta a punto frente a los demás. Pero…¡ojo! «No hay que empezar la casa por el tejado», exhorta Castillejo que, en carne propia, ha comprobado cómo más de un corredor ha parado con ataques cardiacos, desmayos y otros achaques por el sobreesfuerzo al que han sometido al organismo.
El año pasado, sin ir más lejos, cuatro corredores murieron en espacio de pocas horas en maratones en los que participaban, dos de ellos en la misma carrera, el Maratón Vías Verdes de Ojos Negros, en la provincia de Castellón. Y es que, aunque el grueso de estas personas seducidas por el afán de hacer deporte tiene entre 35 y 45 años, son muchas, sobre todo hombres, las personas mayores que se han enfundado la ropa deportiva.
Un chequeo completo
«Hay que chequear que el cuerpo está preparado: hay que pasar la revisión médica, analítica y prueba de esfuerzo y comprobar que todo funciona bien», dice el atleta a ABC. También lo recoge una reciente encuesta avalada por la Sociedad Española de Medicina del Deporte (Semed). Nueve de cada diez personas no se preparan correctamente para correr, lo que ocasiona que un 61,8% de ellos sufran problemas mientras practican el «running» (antes llamado «jogging», antes «footing»).
El presidente de la Semed, Pedro Manonelles, ratifica en declaraciones a ABCque hay muchas personas de más de 45 años que se han puesto a hacer ejercicio sin acudir a un control médico. De acuerdo al mismo estudio patrocinado por Cinfa, tres de cada cuatro corredores no se han hecho nunca una prueba de esfuerzo, ni siguen un plan de entrenamiento regular (el 77%). Otro 48,5% de los «runners» no calienta antes de correr ni hace estiramientos posteriores. Por último, de acuerdo a la misma encuesta, el corredor en España se gasta una medida de 475 euros al año en la práctica de este deporte, pero sin embargo no comprueban si su estado de salud les aconseja ponerse a correr.
Riesgo de colapso
Para el psicólogo deportivo José Ángel Caperán, «el riesgo que asume la gente que no reúne las condiciones físicas adecuadas para comenzar a realizar un deporte es muy grave, pues su cuerpo puede estar preparado para una actividad física media, que vaya de la mano de un aspecto lúdico, pero nunca para un deporte que busque romper límites físicos mediante un esfuerzo agónico, como puede ser un deporte de alta competición».
«Cuando un deportista compite con uno mismo o con otros buscando mejorar su rendimiento de forma exagerada está dirigiendo la atención hacia ese estímulo provocando que se desvíe del sobreesfuerzo que está realizando, como si fuese una anestesia», dice Caperán. «El resultado es que el deportista está centrado en el rival o en el cronómetro y no se da cuenta de que el esfuerzo está siendo excesivo, y si su organismo no está preparado para el impacto, colapsa», advierte.
Por ello, Manonelles, también director de la Cátedra Internacional de Medicina del Deporte de la Universidad Católica San Antonio deMurcia, aconseja como requisitos básicos realizar un reconocimiento médico adecuado que conste de un electrocardiograma de esfuerzo (prueba de esfuerzo). Si no existe problema médico, el deportista debe realizar una actividad progresiva, adecuada a sus posibilidades y sin marcarse objetivos importantes a corto plazo, como sucede con frecuencia con las personas cuyo objetivo es correr un maratón al poco tiempo de iniciarse. Se debe calentar y estirar adecuadamente, y se debe seguir una alimentación adecuada.
Hidratación adecuada
Manonelles prosigue en su lista de recomendaciones válida para cualquiera que se inicie en el hábito de un deporte: «Utilizar suplementos nutricionales y ayudas ergogénicas solo bajo prescripción médica; se debe realizar una hidratación adecuada en el entrenamiento, en la competición y la recuperación, especialmente en actividades de más de una hora de duración, utilizando bebidas adecuadas que contengan agua, sodio e hidratos de carbono en las proporciones indicadas por las sociedades científicas». Y, por último, «es muy recomendable que el programa de entrenamiento sea dirigido por un profesional cualificado».
Con el control debido y bien realizado, el deporte provoca numerosos beneficios estudiados. José Ángel Caperán es, también, coach del master de Coaching Deportivo de Unisport Management School. Comenta que hay un gremio que ha ejemplificado el cambio de mentalidad que, en parangón, ha vivido toda la sociedad. Y es el de los políticos. «Todos recordamos a los míticos grupitos de políticos fumando como cosacos intentando liberar tensión y en comilonas opíparas. La forma de afrontar el estrés en política era fumando o comiendo, principalmente. Ahora practican ejercicio de forma habitual», ilustra.
Caperán habla de ésta y otras profesiones con un nivel de estrés alto y en lo que redunda la práctica usual de ejercicio. «El objetivo que se busca es tener un momento donde el estímulo más intenso que perciba su cerebro no sea una preocupación psicológica, sino un cansancio físico. Cuando el segundo es más fuerte que el primero, entonces el problema llega a disiparse. Esta sensación tan favorecedora —añade— llega a ser adictiva, pues ayuda al estresado a saber lo que es importante y lo que no, a reducir esta tendencia de nuestra psique a dramatizar los problemas, mejorando su eficiencia psicológica, y por consiguiente, su salud mental y física».