Vivió marcada por ser la mujer más deseada del mundo. Sin embargo, algunos escritos de su autoría muestran el otro lado de la hermosa rubia de la industria cinematográfica.
“De vez en cuando / escribo unos versos / pero no uses esto / contra mí”, así inicia Marilyn Monroe uno de sus poemas, testimonio de su inclinación literaria, que la mantuvo siempre leyendo o dejando fluir su pulsión creativa en textos donde expresó su tristeza a pesar de la fama y su deseo de morir, como temas recurrentes.
Su sensibilidad y amor a la lectura se develaron cuando se anunció la publicación de Fragmentos (2010), libro donde constan sus notas, cartas y poemas. Para Antonio Tabucchi, autor del prólogo, este material inédito revela su personalidad intelectual y artística. En su biblioteca se encontraron más de 400 volúmenes, entre ellos, la biografía completa de Abraham Lincoln, pues durante sus inicios en Hollywood estudió en la Universidad de Los Ángeles. “De día me ganaba la vida haciendo papelitos en el cine. De noche asistía a clases de Historia y Literatura. Leía mucho a los grandes”, confesó en una entrevista. Grandes como Walt Whitman, James Joyce, Samuel Beckett, Gustav Flaubert, Jack Kerouac, Fiodor Dostoievski y Rilke.
Su infancia le dejó profundas huellas. Norma Jean Baker –su nombre verdadero– quedó en manos de un matrimonio amigo de su madre hasta los 7 años, y nunca supo la identidad de su padre. Estas vivencias se evidenciarían al escribir: «Nunca más una niñita sola y asustada…». Y talvez en ese vacío estaba la respuesta a su sentimiento de soledad: «¡¡¡Sola!!! / Estoy sola-siempre estoy / sola / sea como sea.
Los caballeros las prefieren rubias fue una de las películas que más acentuaron su imagen estereotipada. También aumentaron el mito sexual sus fotos desnuda sobre un cubre camas rojo, divulgadas en un calendario y una de ellas en la portada de la primera revista Play Boy.
La frase cursum perficio (aquí termina el viaje) se encontraba en la entrada de su departamento. Y ahí mismo finalizó el suyo, un 5 de junio de 1962, por suicidio con barbitúricos, según el diagnóstico forense. Tarde –como suele pasar– el mundo comienza a reconocer a la verdadera Marilyn.
Fuente: Revista Mariela. Edición:98