Los expertos en la materia aseguran que no exite una edad concreta a la que un niño pueda iniciarse en el uso de esta aplicación. Se estrenará en su manejo cuando le surja la necesidad, que es precisamente, cuando sus amigos también tengan un terminal que les permita enviar mensajes. Lo normal es que a los 7-8 años los niños empiecen con este ir y venir de mensajes, «lo que no supone un problema siempre y cuando estén acompañados y bajo la supervisión de sus padres», asegura Guillermo Cánovas, presidente de Protégeles.
En su opinión, los problemas aparecen cuando los hijos tienen 13 o 14 años puesto que a estas edades es muy complicado que manden mensajes bajo la mirada atenta de sus padres, lo que favorece que puedan cometer errores de los que arrepentirse después. «Sin embargo —aclara— con 8 años es más fácil que acepten las orientaciones de sus padres».
Lo contraproducente es poner en manos de los hijos la tecnología, pero mientras usen el terminal de los padres, éstos podrán revisar los contenidos e imágenes e indicarles lo que han hecho bien o mal por el riesgo de dónde van a parar. «Hay que hacerles entender que cuando envien un mensaje deben hacerlo pensando que el texto o foto que mandan los ve todo el mundo, como si fuera un acto público. Si piensan que los contenidos no son aptos para que los vean todos, es que no deben enviados» explica Cánovas.
«Que antes de enviar una foto determinada se pregunten qué sucedería si pierden el control de esa imagen o archivo que están enviando», propone Pere Cervantes, policía y coautor junto a Oliver Tauste del libro Tranki pap@s. «Lo mejor es que los padres enseñen a los hijos a proteger su intimidad. Que no tengan la falsa sensación de que están hablando con sus amigos, porque es muy fácil que envíen una foto al grupo y en él esté incluido un mal amigo».