Ocho de cada diez personas consumen menos pan del recomendado (250 g, según la Organización Mundial de la Salud) por que creen que engorda. No solo no es perjudicial, es necesario. Sus hidratos ayudan a equilibrar las proteías y glúcidos que necesitamos a diario. Ni en exceso ni restricción. Todo en su justa medida, pero dile sí.
Es fácil entrar en una panadería y encontrar un sinfín de tipos de pan: de avena, de trigo, de maíz, integral, multicereales… ¿Con cuál te quedas? En función del que elijas cambia su sabor, y mucho, pero también lo hacen sus propiedades. Te contamos lo que aportan a tu organismo las diferentes caras del rey de la mesa.
Blanco
Es el que conocemos como tradicional. Rico en hidratos de carbono que tu cuerpo absorbe y traduce en energía, contiene proteínas, hierro, zinc, magnesio, potasio, niacina y vitamina B2 y B6.
De avena
Bomba de vitaminas del tipo B, la avena añade a los beneficios del tradicional
su efecto saciante. Mejora el tránsito intestinal, reduce el colesterol y regula el nivel de azúcar. Tiene yodo que previene el hipotiroidismo.
De maíz
Elaborado con harina de maíz (también conocida como polenta), está libre de gluten. Tiene más fibra y es rica en calcio y potasio. Como la avena, tiene alto contenido en yodo que, además del tiroides, fortalece tu cabello y uñas.
De pasas
Tiene un gran valor nutritivo, y es rico en azúcares y fibra. El contenido en grasa es superior al tradicional (lleva mucha mantequilla). Las pasas actúan como antiácido natural y son buenas para la vista.
De espelta
La espelta contiene más minerales y vitaminas que el trigo común y es rica en vitaminas del grupo B y E. Tiene un alto contenido en triptófano, aminoácido que contribuye a nuestro bienestar mental y emocional.
Integral
La principal diferencia entre el pan integral y el blanco es que el primero se elabora a partir de harinas sin refinar (tiene más salvado). Lleva más fibra, vitaminas del grupo B y sales minerales. Las calorías de ambos son similares.
De centeno
Es también muy rico en fibra (combate el estreñimiento) y, por su ácido linoleico, ayuda a mejorar la circulación. Mantiene la elasticidad de los vasos sanguíneos y previene la aparición de enfermedades de tipo cardiovascular.