Si no te explicas por qué cada vez que te pesas la balanza permanece inmóvil a pesar de tu esfuerzo, te contamos las posibles razones subyacentes:
No comes suficiente. Reducir las calorías de los alimentos no equivale a saltarse comidas. Aliméntate cada cuatro horas para obtener la energía óptima y controlar el apetito.
Temes recuperar calorías. Come entre diez y veinte gramos de proteína y carbohidratos treinta minutos después del ejercicio para reparar y mantener la masa muscular magra.
Demasiado ejercicio. Pasarte con las sesiones de gym hace que sea más difícil perder peso. Trata de hacer ejercicio durante una hora, cuatro o cinco días a la semana.
Estrés. Para contrarrestarlo, intenta dormir entre seis y ocho horas diarias. Evita trabajar con el ordenador, tener una conversación estresante o ver la TV antes de acostarte.
Hormonas. La grasa genera hormonas, como el estrógeno y la leptina, que hacen que tengas más hambre. Dile no a los alimentos procesados con exceso de azúcar.
Hipotiroidismo. Si, además de ganar peso, aumenta tu sensibilidad al frío, tienes estreñimiento, cabello quebradizo o la piel seca, puede que se trate de la glándula tiroides.
Fuente: Revista Mariela