Nadie dijo que esperar la Navidad fuera algo sencillo y es que a veces el ajetreo de las compras, la presión por el dinero, o simplemente el esforzarnos por dar más de lo que podemos, nos agota. Y muchas veces terminamos entorpeciendo el buen espíritu navideño.
Valorar las pequeñas cosas
Algunas veces como padres subestimamos el valor de las pequeñas cosas; quizás nuestro hijo valore más un juguete sencillo, si se lo entregamos con amor y nos sentamos a jugar, que darle algo caro y estar nosotros presionados por las deudas. Si vas a cocinar procura que todos ayuden, así podrán pasar más tiempo como familia.
Hablar con tus hijos y familiares
Estas fechas son ideales para reencontrarse con familiares lejanos y también por qué no decirlo con nuestros hijos. Hay que darnos un momento para disfrutar en familia y conversar de las alegrías que nos ha traído este año juntos.
Dar las gracias y saber pedir perdón
Muchas veces olvidamos lo mágicas que son estas palabras. Dar las gracias y enseñar a nuestros hijos a que las den. Saber pedir perdón y reconocer nuestras faltas y perdonar si en algo alguien nos ha faltado.
Que no se pierda el sentido del humor
No hace falta una gran cena o muchos regalos; en familia se puede pasar bien, ya sea contando chistes o un cuento. Lo más importante es enseñar a nuestros hijos el valor de una sonrisa y de lo mágico que es convivir todos juntos como familia.
Enseña a nuestros hijos que el verdadero sentido de la Navidad no son los regalos, ni los juguetes, sino el amor y la alegría de estar todos reunidos en familia.
Fuente: entrepadres.imujer.com