La comunicación familiar es una de las claves para que nuestros hijos se transformen en adultos sanos y felices. Cuando los niños son pequeños es más fácil asegurarnos pasar tiempo con ellos, pero a medida que crecen, los jóvenes comienzan a tener sus propias actividades, intereses y vida social y esto puede interferir en el vínculo con los padres.
Aprovechar las oportunidades cotidianas
- Compartir al menos una comida diaria. Los ritmos de vida no siempre permiten que toda la familia esté en la casa a la misma hora, pero subrayar la importancia de compartir la mesa al menos una vez al día nunca está de más.
- Crea reglas familiares que ayuden a conectar, como por ejemplo no encender el televisor durante las comidas ni usar los teléfonos celulares en ese momento.
- Otra buena idea es compartir el momento de preparar la comida. Cocinar es algo que debe hacerse a diario de todos modos; si invitas a tu hijo adolescente a crear contigo la comida del día, tendrán oportunidad de conectar y conversar en la cocina de un modo ameno y relajado.
- ¿Tienes que hacer un mandado, como ir al correo o a hacer una compra rápida? Invita a tu hijo a ir contigo. Tanto ir caminando como en coche proveerá un momento compartido de buena calidad para charlar.
Planificar momentos especiales
- Invitarlo a ver una película al cine
- Ir por un café para conversar sin interrupciones
- Participar juntos de un taller o clase de arte o de cocina
- Incluirlos en algún proyecto del hogar, como pintar un cuarto o renovar un sector de la casa
- Asistir a un evento deportivo o un concierto musical
- Planificar una noche semanal para ver una película en familia. Deja que los jóvenes elijan el título e inclúyelos en la preparación, por ejemplo cocinando juntos una pizza para acompañar la película, o unas palomitas de maíz.
Fuente: entrepadres.imujer.com