Es durante las Navidades cuando se disparan de forma considerable los casos de hipertensión, colesterol y obesidad. Las largas semanas de copiosas comidas no tardan en pasar factura a quienes postergan el cuidado de su salud para “una vez pasadas las fiestas”. Aunque, no todo mal viene por falta de voluntad ante los suculentos platos. A nivel psicológico, con el cierre del ciclo anual tendemos a hacer autobalances y en función del grado de satisfacción que se experimenta, aumentan nuestra susceptibilidad al estrés y a la ansiedad.
Por todo ello, es importante vivir las fiestas pensando en el corazón, tanto en el sentido literal, como figurado.
Debemos mentalizarnos que para en este tiempo sólo existan 4 comidas para romper con nuestra rutina diaria, celebrando Nochebuena, Navidad, Año Nuevo y Reyes de forma especial con familiares y amigos.
- Cocinar las cantidades justas para que no queden sobras en los días siguientes.
- Tomar un aperitivo bajo en calorías 30 minutos antes de la comida principal para reducir nuestro apetito.
- En las entradas Evitar los fritos, los quesos grasos, los embutidos, o mayonesas.
- En el plato principal basta con seleccionar la ternera, pollo o el pescado en vez del cordero o el cerdo, y optar porque sean al horno, la plancha, asado o cocido evitando los fritos, rebozados o empanados.
- En cuanto a los postres, con intentar reducir su consumo a raciones moderadas será suficiente.
- Para los días en medio de los festivos, compensar con comidas ligeras trasladando el consumo de hidratos de carbono al desayuno y priorizando con las frutas, verduras, y proteínas bajas en grasa como los lácteos desnatados, el pollo, los pescados, fiambres magros o huevos.
- Caminar 45 minutos diarios a un buen ritmo acompasando una respiración profunda mientras escuchamos música relajante.
- Priorizar el consumo de alimentos cardioprotectores y reducir las grasas “malas”.
Fuente: salud.facilisimo.com