La filematología estudia la evolución de beso a través del tiempo, los diferentes tipos de besos y lo que provocan en hombres y mujeres. Al parecer, el beso antecede al hombre. La antropología acepta que los homínidos ya se besaban y muchos expertos aseguran que el beso tiene su origen en la transferencia de comida de las madres a sus crías.
Un reciente estudio de la Universidad de Oxford demostró que las mujeres dan más importancia al beso en las relaciones que los varones. El mismo estudio reveló que la acción de besarse permite evaluar de manera inconsciente a una pareja potencial a través del gusto o el olfato, de acuerdo a pistas biológicas de compatibilidad, genética y salud.
La Dra. Helen Fisher, antropóloga biológica y asesora de Match.com, asegura que besarse es un mecanismo de elección y evaluación biológica de pareja. Fisher sostiene que en la saliva se presentan cantidad de hormonas – como la testosterona – que pueden servir a diferentes propósitos románticos. «Existe evidencia que a los hombres les gustan los besos con la boca más abierta lo que sugiere que de manera inconsciente están intentando transferir testosterona a la mujer para disparar su deseo sexual».
Hay tantos sitios para besar en la anatomía femenina y masculina como connotaciones de los besos. Estos son algunos de los lugares más habituales en los que damos y recibimos besos. Cada uno de ellos tiene su lectura para el lenguaje gestual.
En los labios: suele ser el beso de la pareja o de los amantes aunque algunos amigos también se den besos cortos («piquitos») en los labios. El beso largo, de lengua, es el más sensual y suele ser la antesala del sexo. El beso cerca de la comisura es una insinuación erótica, al igual que en la zona del lóbulo de la oreja o la nuca, áreas erógenas.
En la mejilla: suele darse entre familiares, amigos, compañeros de trabajo o conocidos. En América Latina es el saludo más común.
En la mano: es un símbolo de respeto y de caballerosidad. Una práctica casi en desuso, salvo por razones protocolares.
En la nariz: tierno y juguetón, puede ser un indicador de romanticismo pero también de celos.
En la frente: habla de protección, ternura y cuidado. Se trata una acción casi paternal, una muestra de afecto entrañable. Connotaciones similares posee el beso en los párpados.