Jadon y Anias McDonald, los gemelos siameses que nacieron unidos por la cabeza y cuya cirugía de separación conmovió a millones alrededor del mundo, fueron puestos suavemente en una pequeña carretilla roja.
Estaban acostados uno al lado del otro, Anias con un overol azul y Jadon con uno gris. Llevaban cascos blancos hechos a la medida, pero no se veían tubos, ni vías intravenosas o monitores, elementos que han sido indispensables para su supervivencia desde la operación.
Afuera de la habitación, unos 30 doctores, enfermeras y personal del Hospital de Niños de Montefiore hacían fila en le pasillo. Un tapete rojo había sido instalado para que los niños salieran.
Era el momento de decir adiós.
Entre aquellos que esperaban estaba el neurocirujano líder, el doctor James Goodrich, y el cirujano plástico líder, el doctor Oren Tepper. Ambos estaban armados con sonajeros para celebrar. Otros tenían pompones y pequeños tambores que hacían sonar mientras los niños avanzaban por el pasillo dentro de la carretilla roja en la unidad de cuidados intensivos pediátricos en el décimo piso del hospital.
El personal del hospital colgó un letrero en una de las paredes del pasillo: ‘¡Muy bien! ¡Lo lograron! Estamos muy orgullosos de ustedes».
Sentado al frente del del pequeño vehículo rojo iba el hermano de tres años de los niños: Anza.
El padre, Christian McDonald, halaba la carretilla mientras la madre, Nicole, caminaba junto a ellos. Ambos padres se detuvieron a abrazar a casi todos los que salieron a saludarlos.
El alegre momento contrasta con la llegada de los gemelos al hospital el 18 de febrero. Ese día, los niños viajaron en un vuelo privado a Nueva York desde Illinois. En pleno vuelo, Anias dejó de respirar y se puso azul. Nicole, una terapista física pediátrica, hizo todo lo que pudo para intentar que volviera a respirar, y se preocupaba pues pensaba que a Jadon también le podría pasar lo mismo.
«Fue un periodo de 10 minutos en el que Anias perdía y recobraba la consciencia», recuerda la madres.
Llegaron apresurados a urgencias donde al bebé le diagnosticaron un severo cuadro de gripe.
Ahora, la misma familia que llegó corriendo y preocupada se despide en medio de júbilo.
Los gemelos deberán ir al Hospital de Niños de Blythedale, un lugar especializado a las afueras de Nueva York donde deberán someterse durante meses a terapias de rehabilitación física, ocupacional y de discurso.
«Es el paso más emocionante para mí porque quiero ver lo que pueden hacer», le dijo Nicole al doctor Sanjay Gupta de CNN instantes antes de salir de la habitación con sus dos hijos por primera vez. «Todos sabemos que no es un hasta siempre, es un hasta luego», añade.
El padre añadió que está emocionado, sin importar lo que pase ahora. «Desde este punto en adelante ya vamos a poder estar juntos como una familia!.
Esta despedida ocurre a los dos meses de la cirugía de 27 horas que separó a los niños, un momento que el padre describe como «la oportunidad de una vida normal». También marca una de las recuperaciones más rápidas de este tipo de procedimientos en la historia médica.
Goodrich, quien antes de ir a despedirse estaba operando a un bebé de 9 meses que necesitaba reconstrucción en su cráneo y rostro, dijo que va a extrañar a los gemelos.
«¿Que si me emociona verlos ir? No, pero es el momento de seguir adelante, el momento de la siguiente etapa», añade.
«Son muy tiernos»
El día anterior, Jadon y Anias hicieron un viaje similar en la misma carretilla. Era la primera vez que salían de la habitación para algo que no estuviera relacionado con cuestiones médicas: una fiesta.
La pequeña carretilla roja tiene un significado especial para los padres; como los gemelos nacieron unidos por la cabeza, el vehículo era la única forma en la que podían transportar a los gemelos. A medida que crecieron, la carretilla fue insuficiente, pues juntos superaban la longitud de la carretilla.
Mientras hicieron su recorrido este martes, los gemelos miraban a su madre y se tomaban de las manos. La cabeza de Jadon se podía ver completamente y sin vendajes. Anias, quien sufrió varias infecciones tras la cirugía, llevaba un gorrito color turquesa.
Tras un breve recorrido en ascensor hasta el segundo piso, los gemelos llegaron a la sala de banquetes del hospital.
Esperándolos allí estaban más de 20 personas, desde doctores y enfermeras hasta el equipo de cirujanos que participó en el procedimiento. Hubo lágrimas y abrazos, sonrisas y momentos de alegría.
Y fotos, muchas fotos.
Goodrich, el líder mundial en cirugías complejas en el cráneo y el principal cirujano de los niños, borró todo lo que había en su iPhone y empezó a tomar fotos para recordar el momento.
«Es un día muy emotivo, debo decirlo», dijo Goodrich, que les entregó galletas hechas en casa y otros dulces a los gemelos.
Otro de los invitados era Martin O’Malley, un residente del Bronx que vive frente a los McDonald y quien ayudó a recaudar fondos para la familia.
«Es increíble, increíble, increíble», dice el hombre de 83 años, cuya hermana melliza murió al nacer. «Es difícil imaginar que hace dos meses estaban unidos. Estoy feliz por esta familia».
La doctora Carrie Stern, cirujana plástica residente que participó en la cirugía, miró a los niños y susurró: «Son tan tiernos. Es increíble poder haberlos visto en todo el proceso».
Fuente:CNN