Debido a que toda interacción, estímulo o juego queda registrado en los niños desde que son bebés, como mamá puedes potenciar el intelecto de tus pequeños, motivando su aprendizaje y su concentración. Para estimular su memoria, por ejemplo, deja que recuerde solo cómo se utilizan sus juguetes: la forma de colocar las piezas, cómo se enciende, en qué lugar se guarda, etc.; de este modo, irá solucionando esos pequeños problemas que se le presentan, lo cual permitirá que el cerebro esté en constante ejercitación. Luego vendría el desafío del juego en sí: permite que vaya resolviendo lo que sucede; pero no te preocupes que de las soluciones creativas se encarga el hemisferio derecho. Las decisiones que tome son del orden del hemisferio izquierdo, que está relacionado con el razonamiento.
Continúa así en adelante, basándote en lo lúdico, pero sin descuidar algo también clave: el proceso de lectura y escritura, que puedes iniciar, así mismo, desde la cuna y no esperar a que vayan a la escuela, puesto que cada niño tiene su forma particular de aprender y es ideal que aproveches el vínculo que tienes con ellos y el entorno de familiaridad que les puedes ofrecer. Naturalidad y relajación es todo lo que necesitas, tal como sucedió cuando aprendieron a decir sus primeras palabras. En este rol de maestra, no descuides la comprensión; es decir, que tus hijos capten y puedan conversar sobre lo que leyeron. De este modo, la lectura se hará sin esfuerzo y por placer.
Fuente: Revista Mariela