Los adultos emocionalmente sanos tienen un buena autoestima, valoran de forma equilibrada sus capacidades, aceptan retos y si nos los superan aprenden de los errores, superando la frustración. Todo esto, empieza en la infancia para así hacer que los hijos crezcan sanos y seguros de sí mismos.
Cada niño es único y necesita sentirse aceptado y querido incondicionalmente, percibir que se respeta y acepta su individualidad, aceptándolo tal como es y no como nos gustaría que fuera. En este sentido, es importante tener en cuenta, que todos los niños tienen las herramientas y mecanismos
para gustarse por lo que siempre se puede trabajar fomentar la autoestima y la seguridad en sí misma.
El amor incondicional, los elogios, el respeto, el ejemplo y coherencia entre lo que de dice y hace, nivel de exigencia y responsabilidad acorde a la edad, escuchar, fomentar nuevas experiencias son las maneras para fortalecer el equilibrio emocional de los menores.
Fuente: Mujerhoy.com