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Habló el menor que fue obligado por el dalái lama a darle un beso, ¿qué dijo?

Luego de que las imágenes del dalái lama, Tenzin Gyatso, dándole un beso a un niño en la boca durante un oficio religioso le dieran la vuelta al mundo y consternaran a varios ciudadanos, este tuvo que salir a pedir perdón por lo sucedido.

“Su santidad desea pedir disculpas al niño y a su familia, así como a sus muchos amigos de todo el mundo, por cualquier dolor que sus palabras hayan podido causar”, según un comunicado publicado en su cuenta oficial de Twitter.

Sin embargo, hace pocas horas se conoció un video en YouTube difundido por la página de internet Voice of Tibet www.vot.org, en que se ve al menor de edad hablando sobre la experiencia que tuvo junto al líder espiritual.

“Fue una experiencia maravillosa conocer a su santidad, a una persona con una gran energía y cuando recibes esa gran energía te sientes feliz”, se le escucha decir al menor.

En el mismo video también aparece la doctora Payal Kanodia, quien tiene un alto cargo en la Fundación M3M, y solo se refirió a la experiencia de tener a “su santidad” tan cerca y las bendiciones que puede traer.

“Tuvimos esta oportunidad de estar con su santidad y más con mi familia y estudiantes presentes […], estoy totalmente agradecida por las enseñanzas que nos dejó sobre la paz, no puedo expresar cómo me siento de bendecida por sus palabras”, dijo Kanodia al mismo portal web.

Sin embargo, a pesar de las grandes experiencias que vivieron, el mundo condenó la acción del dalái lama. En Colombia, por ejemplo, Cristina Plazas, exdirectora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), habló con Vicky en Semana y pidió no normalizar una situación de esa naturaleza.

“La cultura no puede ser excusa para la violación de los derechos de los niños”. De igual manera, consideró insólito el comunicado del líder asegurando que se trató de una broma. “No es la primera vez que el dalái lama está envuelto en casos como estos o rechaza a destiempo. Todos estos estereotipos están haciendo que se escondan esas violencias sexuales”, dijo a los micrófonos de SEMANA.

Nosotros no estamos manchando al señor dalái lama, el que se manchó fue él. Acá hay un hecho, un hecho objetivo que está mal. La cultura no puede ser excusa para la violencia sexual de los niños”, agregó Plazas, para seguir condenando el acto del líder espiritual.

Este no es el único escándalo que tiene encima el dalái lama. En 2018, cuando viajó a la ciudad de Rotterdam, en Países Bajos, para reunirse públicamente con un grupo de víctimas de abuso sexual, varias personas pertenecientes a la religión de Buda también denunciaron este tipo de actos.

Varios practicantes del budismo contaron cómo varios monjes de templos europeos se aprovecharon de ellos de varias maneras. La mayoría eran estudiantes que pretendían buscar respuestas existenciales aprendiendo en templos de retiro. Allí, los monjes no solo les sacaban dinero y los sometían a maltrato psicológico, sino que también llegaron a abusarlos sexualmente. Entre las víctimas había menores de edad.

La situación empeoró cuando en medio de la reunión varios periodistas preguntaron al dalái lama sobre esta situación, y él sólo sonrió y dijo que era consciente de estos hechos desde inicios de los años noventa. “No son nuevos para mí; ya sabía todas estas cosas”, expresó. Confesó que desde 1992 le habían estado llegando cartas de varias víctimas en las que le contaban lo ocurrido, lo que no explicó fue ¿por qué si ya lo sabía, no hizo nada?

Aun así, su santidad escuchó con paciencia y respeto a las cuatro víctimas en Rotterdam, e invitó a todos aquellos que hubieran pasado por lo mismo a contarlo y decir los nombres de los monjes que cometieron estos actos. “Deben hacer pública la identidad de su agresor, para que así los maestros estén preocupados por si son humillados”.

El líder religioso, además, les recordó a todos los gurús que “la autodisciplina es importante”, y simplemente dejó que la justicia de cada país juzgara a los culpables. Sin embargo, lo sorprendente del caso fue la revelación de que por casi tres décadas supo de esto y sólo lo mantuvo en silencio.