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Los especialistas recomiendan no sólo hacer una vida menos sedentaria, sino mejorar la dieta con un incremento del consumo de frutas y verduras, ricas en nutrientes, fibra y sin grasa.
También se debe ingerir más alimentos con grasas insaturadas como el pescado, el pollo -sin piel- y los aceites vegetales como el de oliva y los de semilla (maíz, girasol). Además, son necesarios los productos integrales ricos en fibra, así como cereales, arroz, legumbres y pasta.
Se suprimen generalmente todos los alimentos con grasas saturadas: carnes rojas, cerdo, cordero, fiambre, queso graso y mantequilla. Los productos con exceso de
azúcares y calorías también se eliminan (chocolate, bollería, salsas, patés), así como aquellos que son fuentes directas de colesterol: la yema de huevo, algunos productos de casquería y los crustáceos.
El exceso de sal y especias también deberá evitarse. Y con él, las conservas y preparados que abusan de estos condimentos. Aunque no se supriman de la dieta, es recomendable moderar el consumo de café, té, bebidas refrescantes y lácteos (es mejor recurrir a desnatados exclusivamente). Asimismo, debemos habituarnos a beber mucha agua a lo largo del día y la necesaria en las comidas, así como masticar despacio y salivar bien.
Independientemente de la dieta, fumar o beber alcohol son otros dos hábitos perjudiciales que debemos erradicar de nuestra vida si no queremos tener dificultades cardiorespiratorias.