Los niños suelen tener una excelente visión, pero siempre hay excepciones. Esto significa que puede haber chicos que necesiten usar gafas. Pero, ¿cómo puedes darte cuenta si tu hijo tiene problemas para ver?
Cierra o se cubre los ojos con frecuencia. Si tu niño pasa mucho tiempo con los ojos cerrados o cubiertos, algo puede no estar funcionando bien.
Lee muy de cerca. Cada vez que tu hijo se dispone a leer, simplemente, desaparece detrás del libro. No importa qué tamaño tenga la letra, él siempre trata de leer con el libro pegado a la cara.
Se pierde al leer. «Había una vez…». Para decir esta frase, tu hijo no tarda menos de 1 minuto. Y es que no puede leer dos palabras seguidas sin perderse: sus ojos no dan abasto.
Dolores de cabeza, náuseas o mareos. Ya es la tercera vez que tu hijo se queja en una semana del dolor de cabeza que siente, es probable que un par de gafas lo solucione.
Tiene movimientos torpes. Es como si, de pronto, tu niño hubiese perdido su motricidad fina. Puede que la solución este en un par de gafas.
Inclina la cabeza hacia un costado. ¿No te acuerdas de la última vez en la que viste a tu hijo con la cabeza erguida? Entonces, haz que lo examinen.
Sueña mucho despierto. En la niñez se da el pleno apogeo de la imaginación. Pero, cuando esta comienza a obstaculizar la realización de las actividades cotidianas, es necesario tomar medidas.
Utiliza el dedo para orientarse cuando lee. Esto puede ser simplemente una costumbre, pero, si identificas en él algunas de las señales ya expuestas, no podrás dejar de visitar a su pediatra.
Comienza a rendir menos en la escuela. A tu hijo siempre le ha ido bien en la escuela. Pero, su rendimiento a decaído. Una de las razones puede ser la falta de gafas.
Se frota los ojos con frecuencia puede ser consecuencia de la necesidad del uso de lentes.
Fuente: entrepadres.imujer.com