El actor afrontó la filmación de ‘Man Down’ como una ‘terapia’.
El actor Shia LaBeouf ha venido generando todo tipo de comentarios debido a su extraño comportamiento, como aparecer en una alfombra roja con una bolsa de papel en la cabeza, interrumpir una representación de un musical en Broadway o protagonizar un enfrentamiento con su novia Mia Goth en plena calle. Pero ahora ha conseguido encarrilar de nuevo su vida gracias a un tratamiento para lidiar con sus problemas con el alcohol y, especialmente, a su trabajo en la última película del director Dito Montiel, ‘Man Down’, que le ha servido como «terapia».
«Él vino a mi casa cuando yo estaba completamente hundido y me ofreció esta oportunidad como terapia, en plan: ‘Esto es un proceso de curación, así que podemos lanzarnos de cabeza a ello juntos para que te pongas bien'», reveló el actor a los medios en el Festival de Cine de Venecia.
Tras la buena experiencia vivida junto al cineasta, Shia LaBeouf únicamente desea trabajar de ahora en adelante en «ambientes familiares» en los que encuentre el apoyo que necesita.
«Quiero trabajar con personas con las que tenga una conexión. Durante una época estuve intentando completar mi lista. Me refiero a la de los diez directores con los que me gustaría trabajar, y eso no me hizo ningún bien. Trabajo mucho mejor en ambientes agradables y familiares en los que sienta que puedo fallar y que alguien estará ahí para ayudarme a levantarme. Así que ahora estoy intentando hacer amigos para poder trabajar con ellos», añadió el intérprete.
El rodaje de ‘Man Down’ fue más especial para LaBeouf porque le permitió reencontrarse con su «héroe», el actor Gary Oldman, a quien se dedicó a seguir a todas partes.
«Él es mi héroe, le adoro. Hago todo lo que me dice. Le sigo como si fuera un tío raro. Si me entero de que tiene una prueba de sonido o cualquier otra cosa simplemente aparezco por allí y él se me queda mirando con cara de: ‘¿Qué estás haciendo aquí?’. Porque yo ya he oído la mezcla, pero aun así vuelvo en plan: ‘¿Qué pasa, Gary? ¿Probando mezclas?'».
Fuente: El Espectador