Es muy conocido, o al menos hasta los adagios populares así lo señalan (desayuna como un rey), la importancia del desayuno como principal alimento del día. Ya es ampliamente mencionado que comenzar la jornada con poco o nada en el estómago genera una menor capacidad de concentración y rendimiento laboral e intelectual, mal humor, sensación de cansancio. También se asocia al estreñimiento, y al aumento del riesgo de obesidad, diabetes e infartos.
Pero ahora un nuevo estudio publicado en la revista Public Health Nutrition agrega otro problema generado por una inadecuada alimentación al comenzar la jornada: Los adolescentes que desayunan poco, mal o nada, tienen 68% más de posibilidades de desarrollar síndrome metabólico (obesidad abdominal, altos niveles de triglicéridos, niveles bajos de colesterol bueno, hipertensión y altos niveles de glucosa en sangre).
«Saltarse el desayuno puede conducir a uno o más factores de riesgo como la obesidad, la presión arterial alta, el colesterol elevado y la diabetes, lo que a su vez puede provocar un ataque al corazón», según la doctora Leah E. Cahill, autora principal del estudio.
Al respecto de un magro desayuno, muchos de los sometidos al estudio (fue la principal causa mencionada), comentaron que no tomaban nada por la mañana porque cuando se levantan no tienen hambre; aunque en realidad la mayoría de ellos sustituía el desayuno por el clásico café o té.
Una falta de apetito vinculada con altísima frecuencia a una cena demasiado copiosa, “que lógicamente provoca que al levantarse se tengan pocos o ningunos deseos de comer; sin embargo, si no se toma nada se genera un círculo vicioso de ciclos de hambre y atracones”, dice el doctor Camilo Silva, endocrinólogo de la Clínica Universidad de Navarra.
“Hay que distribuir las calorías del día, más al principio y menos al final. Una comida copiosa al final del día favorece el sobrepeso”, señala la doctora Irene Bretón, endocrinóloga y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Para Brotón y Silva el desayuno es fundamental, y más aún uno que ideal, donde se incluya un lácteo (leche, yogur, queso fresco), cereales o pan (idealmente integrales), fruta (preferiblemente entera) y algún alimento proteico bajo en grasa (pollo o pavo, por ejemplo).
Fuente: salud180.com