Pasamos una tercera parte de nuestra vida dormidos, si privamos a nuestro cuerpo de este descanso, podemos tener como resultado la muerte. Una de las evidencias que más apoya la idea del sueño como papel restaurador sobre el cerebro, es que la privación de éste, afecta a los procesos cognoscitivos como: memoria, aprendizaje, atención.
Independientemente de la cantidad total de sueño o la intensidad del mismo, una mínima interrupción es crucial para la consolidación de la memoria.
Durante todo el día acumulamos información la cual necesitamos procesar, ya que hay algunas cosas que necesitamos «encerrar» para mantenerlos como recuerdos permanentes; este proceso ocurre durante el sueño profundo.
Los estudios han mostrado que el cerebro utiliza las horas de descanso para evaluar los eventos del día y decidir cuáles son los que va a mantener. Así que cualquier cosa que afecte este proceso, tendrá un efecto en menor o mayor grado.
Lo anterior se comprobó con una investigación realizada en la Universidad de Standford, Estados Unidos, donde se analizó el efecto del sueño fragmentado en ratones.
Se encontró que los animales que habían dormido en forma fragmentada, tuvieron más problemas para reconocer objetos familiares que quienes durmieron sin distracción.
Fuente: salud180.com