Durante la noche de ayer y madrugada de este lunes, la mayor superluna de sangre de este año ha coincidido con un eclipse lunar, un hecho que no volverá a producirse hasta 2033, según ha explicado el astrónomo Miquel Serra, del Instituto de Astrofísica de Canarias.
Además, Serra ha explicado que el eclipse de este lunes ha tenido de especial que ha coincidido con la mayor de las quince superluna de sangre que se darán en 2015. El eclipse se ha producido con la Luna un 14% más grande en apariencia y un 30% más brillante.
El eclipse ha sido visible desde Europa Occidental, América del Sur y la costa este de Norteamérica, con el máximo centrado en el Océano Atlántico. Al contrario de lo que sucede con los eclipses de Sol, durante la totalidad del eclipse de Luna se ha podido comprobar que el satélite no desaparece de la vista, sino que adquiere una tonalidad rojiza.
Ese fenómeno se debe a que la atmósfera de la Tierra, que se extiende unos 80 kilómetros más allá del diámetro terrestre, actúa como una lente desviando la luz del Sol, y a la vez filtra de modo eficaz sus componentes azules para dejar pasar solo luz roja, que será reflejada por la Luna. De ese modo se ha podido contemplar un resplandor cobrizo en lo que se conoce como luna de sangre.