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Aquí va una gran ayuda de los expertos.

Todos los padres quieren la mejor crianza para sus hijos, y por eso sabemos que para tener un niño comprensivo, educado, ético y amoroso, necesitan de una guía y ayuda de los adultos de su vida. De acuerdo con los investigadores de desarrollo humano en Harvard, existen unos lineamientos necesarios, respaldados por estudios, para educar a tu hijo con buenos valores:

1. Pasa tiempo con tus chicos regularmente y trata de involucrarte en conversaciones importantes.

Al compartir con frecuencia con tus hijos, ellos aprenderán a ser cariñosos. Demuestra afecto, toma un genuino interés por sus vidas, aliéntalos a esforzarse y elogia sus logros, haz preguntas que lleven a una conversación significativa, y apóyales incesantemente. Una relación positiva y respetuosa entre tú y tus niños les mostrará cómo debe ser una relación sana y esto lo emularán con otros.

2. Sé un ejemplo a seguir y un gran mentor.

Los hijos respetarán lo que les pidas que hagan siempre y cuando tu hagas lo mismo, así que presta atención a la manera en que practicas los valores que le estás inculcando a ellos: honestidad, humildad, contribución a la comunidad, ya que ellos copiarán tu forma de actuar. Cuando cometes un error se capaz de admitirlo frente a ellos y explicarles cómo lo arreglarás, participa en el servicio comunitario en familia, hazles saber que es importante acercarse a personas en las cuales ellos confían si necesitan algún consejo o asesoramiento, y motívalos a ser siempre atentos con otros.

3. Envía mensajes claros y prioriza ser amable.

Preocuparse por los demás muchas veces se fomenta como una prioridad máxima, así que enseña a tus hijos a tener altas expectativas éticas no solo en su casa sino también en la escuela y en la comunidad. Pregúntale a sus maestros si son considerados con sus compañeros de clases durante el día escolar, cuéntales que es importante que sean amables con los demás y anímalos a solucionar los problemas pensando en las personas que se verán afectadas por sus acciones.

4. Dales responsabilidades para que aprendan a tener consciencia de sus acciones

Cuando se espera que los niños realicen tareas domésticas en la casa, es más probable que ayudar a los demás se convierta en una oportunidad natural para ellos y que lo adapten a su rutina diaria. Comienza conversaciones con tus hijos sobre las cosas que están sucediendo en la comunidad y en todo el mundo para ampliar su comprensión y compasión en un nivel más elevado. Además, expresa gratitud y aprecio a ellos y motívalos para dar gracias a los demás como parte de su práctica de día a día.

5. Ayude a los niños a «alejarse» para comprender la gama de dificultades y experiencias que enfrentan otras personas.

Normalmente, los niños se preocupan por un grupo más pequeño de familiares y amigos, pero para ampliar su círculo, intenta hablar sobre otras comunidades y los diferentes desafíos que enfrentan las personas. Discute los problemas y bríndales ideas sobre cómo podrían ayudar a solucionar algunos de los problemas que ven en su propia comunidad. Aliéntalos a escuchar a los demás, especialmente aquellos que pueden ser diferentes a ellos, para fomentar el entendimiento y la compasión.

6. Brinda oportunidades para que los niños tomen medidas, se unan a las causas y lo hagan por los demás.

Cuando tu hijo se enfrente a un problema, ayúdele a tomar medidas, háblalo, y enséñales a trabajar con otros para resolver problemas. Intenta traducir sus intereses en una causa a la que puedan unirse, por ejemplo, si les gustan los animales, podrían ofrecerse como voluntarios en un refugio, y bríndales la oportunidad de hablar sobre los dilemas éticos que surgen en la vida real y en los medios

7. Ayuda a los niños a identificar sentimientos y resolver conflictos con el autocontrol.

Alienta a tus hijos a identificar sus sentimientos y luego bríndales las herramientas para controlarlos con control, aplicando ejercicios como respiraciones profundas o contando hasta que estén tranquilos. Ayúdalos a resolver conflictos al comprender también los sentimientos que otros están experimentando.

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: E-News!

Chuck Norris anuncia que se retira de su carrera cinematográfica, para dedicarse de lleno a cuidar a su esposa Gena, quien ha sufrido un daño irreversible después de que le aplicaran 3 inyecciones para un estudio médico.

El actor hizo este anuncio en la revista Goold Healt: “He abandonado mi carrera para dedicar mi vida entera para mantener viva a Gena, eso es lo más importante, que ella continúe con nosotros, y que lo que ha ocurrido no lo sufra nadie más”.

Norris demandó a un fabricante de dispositivos médicos que se utilizan para estudios como resonancias magnéticas, y que contienen gadolinio, un metal que aseguran no tiene efectos nocivos para los humanos, pero según el actor, a su esposa le afectaron los riñones tras recibir 3 inyecciones en una semana.

Los Norris están luchando para que se prohíba el uso de este químico, para evitar que otras personas sufran daños como Gena, quien paulatinamente ha viso minada su salud.

 

Fuente: La Botana

1- Mira las etiquetas. El mismo producto puede llevar cantidades industriales de azúcar si escoges una marca y una cantidad razonable si apuestas por otra. Y probablemente ni siquiera lo notes. Un buen ejemplo son las galletas o los cereales de desayuno: fíjate en las etiquetas e intenta apostar por opciones lo menos azucaradas. Tu paladar tardará unos días en acostumbrarse, y tu cuerpo probablemente también muestre un ligero síndrome de abstinencia, pero será solo cuestión de días: enseguida integrarás estos nuevos alimentos a la dieta.

2- Más vale añadir. En la línea del punto anterior, conviene evitar los productos con azúcares añadidos. Mejor escoger un yogur o postre lácteo sin azúcar y añadirla nosotros mismos llegado el caso, pues de buen seguro acabaremos incorporando menos de la que lleva de serie. Esta norma sirve para todos los postres lácteos, zumos y bebidas vegetales, entre otros. Y es que más que evitar por completo el consumo de azúcar, la idea es ir reduciéndolo poco a poco, y de esta manera lo haremos de forma sencilla y efectiva sin apenas notarlo.

3- Sí a los endulzantes alternativos. De la stevia al sirope de agave. Son igualmente calóricos, pero mucho más sanos que el azúcar. Podemos añadirlos al café, las infusiones e incluso la repostería y no vamos a notar la diferencia.

4- Acuérdate de la miel. Es también un endulzante fantástico, saludable y energético, que podremos incorporar a nuestras tostadas del desayuno o a nuestras infusiones, batidos y zumos. También va a funcionar muy bien con yogures, cuajadas y postres de cuchara en general, hasta el punto de que en unos días no echaremos para nada en falta el azúcar.

5- Repostería siempre casera. Además de que es mucho más sana porque no lleva aditivos que desconocemos y sabemos los ingredientes que estamos utilizando, con la repostería ocurre lo mismo que con los yogures. Las versiones procesadas contienen siempre una enorme cantidad de azúcar añadido, incluso una tercera parte más del que utilizaremos en nuestra versión casera.

6- No al azúcar glass. Se ha convertido en un básico para decorar pasteles, pero ya es hora de sustituirlo. Mejor utilizar virutas de chocolate negro, alguna crema casera suave o, directamente, nada: si la pieza de repostería es buena, probablemente no requerirá decoración. Lo mismo podemos decir de los rebozados con azúcar que solemos usar en buñuelos, torrijas y otros dulces caseros: antes de usar azúcar, debemos preguntarnos si de verdad es necesario.

7- Cada día un poco menos. Además de apostar por endulzantes saludables, también podemos intentar ir reduciendo poco a poco la cantidad de azúcar que incorporamos a cafés e infusiones hasta que, en poco tiempo, ya no necesitemos añadir nada. Si somos de los que tomamos dos sobres, empecemos a añadir uno y medio durante una semana, después reduzcamos a uno, posteriormente a medio y así poco a poco hasta que ya no necesitemos nada. Va en serio: te acostumbrarás rapidísimo a los nuevos sabores.

8- Olvida los frappucinos y demás pijadas cafeteras. Suelen ser una bomba de relojería de azúcar que no nos aporta nada más que calorías vacías y un subidón de insulina. Si sales a tomar un café opta mejor por uno solo o uno con leche vegetal. Pero ojo, vigila también con las leches vegetales, pues a menudo consumes bebida de soja, avena o arroz pensando que estás siendo la persona más sana del mundo sin saber que algunas marcas añaden cantidades industriales de azúcar a estas bebidas supuestamente saludables.

 

Fuente: Cocinatis