Cargando
.

Lee la revista aquí

Desde el primer sorbo

¿Estás pensando en hacer una dieta para perder peso basada únicamente en, por ejemplo, tomar zumos de fruta? Quizás antes de lanzarte a ella te interesaría saber cómo reacciona tu cuerpo después de una semana privado de proteínas, carbohidratos y grasas, y con menos de 1.000 calorías al día.

Después del primer sorbo. Las señales de hambre que envía tu cerebro son respondidas con una oleada de azúcar procedente de la fruta (y no, sustituirlas solo por verduras tampoco es una buena idea). Esta reacción obliga al páncreas a segregar insulina, que es la responsable de transportar el azúcar (en forma de glucosa en tu sangre) a las células.

Después de 30 minutos. Mientras tus células absorben la glucosa, tu nivel de azúcar en sangre empieza a venirse abajo. Puede que comiences a sentirte mareada. Mientras tanto, debido a la falta de calorías, tu cuerpo se ve privado de glucógeno, una fuente de energía rápida que se almacena en los músculos y en el hígado. 

Ya empieza a pasar factura

Después de dos días. Con cada sorbo de zumo, tus niveles de insulina se disparan, para luego estrellarse. Tus reservas de glucógeno hace tiempo que se extinguieron, dejando tu despensa vacía (y, con ello, una sensación de debilidad).  Desde que empezaste a tomar aproximadamente la mitad de las calorías que necesitas, tu cuerpo recurre a dos fuentes de energía: los triglicéridos, un tipo de combustible almacenado a modo de grasa (¡viva!) y las proteínas, sacadas directamente de tus músculos (¡ups!). Por eso empiezas a perder masa muscular, incluso aunque estés haciendo ejercicio cada día.

Después de tres díasTu cerebro no está nada contento. Ha entrado en un modo de inanición y ahora engulle cetonas, una energía que procede de la quema de grasas. Las cetonas funcionan, pero son algo así como una gasolina de mala calidad; como resultado, lo más probable es que te sientas desconcentrada e irritable. Tu cerebro también acusa la falta de aminoácidos, que son básicos para los neurotransmisores y mantienen estable tu estado de ánimo.  Si eres propensa a las depresiones, casi seguro que a estas alturas te sientes triste. Las proteínas de tus músculos se descomponen en amoniaco y ácido úrico, elementos nada recomendables en tu torrente sanguíneo. Ahora, tus riñones trabajan a destajo para desintoxicarte de tu particular ‘desintoxicación’. Permanece cerca del lavabo: el alto porcentaje de carbohidratos del zumo causa la entrada de mucha agua en tus intestinos. Ese extra de líquido en tu vientre te provocará diarrea.

Y al final…

Después de cuatro días. Sin comida que digerir, tu intestino se siente ignorado. Las pequeñas vellosidades que lo cubren (para convertir la comida en alimento para la sangre) empiezan a atrofiarse. Puede que tu diarrea empeore, acercándote cada vez más a la deshidratación… y por ahí se va el atractivo tono rosado de tus mejillas.

Después de ocho días. ¡Comida sólida al fin! Pero… has perdido músculo. Incluso si recuperas tus hábitos alimenticios normales, ahora tienes menos masa muscular para quemar esas calorías, de manera que lo más seguro es que se transformen en grasa. Y ahí es cuando hace acto de aparición el temido efecto yo-yó de estas estrictas dietas. La desproporción entre grasa y masa muscular altera el metabolismo y consigue que las calorías sean mucho más difíciles de quemar.

Fuente: Woman’s Health

Las sopas de vegetales son lo último para quienes cuidan su organismo y su figura. Esta alternativa está ganando adeptos con éxito, si analizamos el mercado de compañías de sopas caseras, que promocionan ser ricas en vitaminas, calcio, fibra y proteínas, ofreciendo bajar de peso, aumentar la energía y hasta una depuración del cuerpo. Ante el crecimiento de su popularidad y la comparación con los detox, los expertos aclaran:

Son nutritivas. Las numerosas variantes de sopas permiten obtener nutrientes que no se consiguen únicamente en los zumos.

Facilitan la digestión. Las sopas se toman calientes, lo cual ayuda a tu sistema digestivo.

Aportan pocas calorías. Aparte de esta cualidad, son ideales porque sacian tu apetito, evitando que te excedas con los otros platos.

 

Son hidratantes. Esto se debe a que contienen principalmente agua.

 

No adelgazan. Además, no son sustitutivas de las comidas. Tomar únicamente sopas por varios días no es una alimentación completa.

 

Fuente: Revista Mariela