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El nacimiento de un bebé puede ser una experiencia emocionalmente dura para las madres primerizas. La actriz Chrissy Teigen, esposa del cantante John Legend, ha explicado recientemente los cambios emocionales y los ataques de ansiedad que sufre desde que dio a luz a su hija: “Estaba cansada de sentir dolor, de dormir todo el día. De reaccionar mal ante los comentarios, de no disfrutar la vida, de no ver a mis amigos. Estaba cansada de no tener energía para mi bebé”. Y no es la única. La cantante Adele también ha hablado de su depresión posparto para romper con ese tabú. Pero, ¿qué pasa con los padres? ¿Se mantienen al margen, o también se ven afectados psicológicamente por la llegada de un nuevo miembro a la familia?

Un estudio publicado en Pediatrics asegura que ese tipo de trastorno afecta entre a un 5% y un 10% de los varones, y que sus hijos son más propensos a sufrir consecuencias emocionales y conductuales negativas. La investigación Sad dads (padres tristes), publicada en la revista Pshychiatry, apunta que los cambios hormonales de los nuevos progenitores —en la testosterona, el estrógeno, el cortisol, la vasopresina y la prolactina— son una de las causas principales.

En este sentido, el doctor José Antonio López López, vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), detalla que “los hombres sufren un aumento de la oxitocina, la hormona del apego, y eso les provoca una mayor sensibilidad”. Además, hay que tener en cuenta otros factores de riesgo relacionados con el entorno, como el estrés producido por la nueva situación, la falta de apoyo por parte de los más allegados, o el simple hecho de sentirse excluido del vínculo madre-hijo.

¿Hijo y rival a la vez?

Muchos varones viven el nacimiento de su bebé como una posible competencia de su pareja. “Normalmente, la madre se centra en el neonato, y eso les provoca inseguridad”, explica el psiquiatra. “Se trata de una situación potencialmente estresante, con una mayor predisposición a la depresión, ya que produce celos y puede originar nuevos problemas en la pareja”, asevera López.

En esta misma línea, el Centro de Investigación Longitudinal de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) ha seguido el caso de 3.525 progenitores (hombres) durante los nueve meses posteriores al parto, y sus autores han observado que 1 de cada 25 presentaba elevados síntomas de depresión posnatal. Para ello, se han basado en la Escala de Depresión Posparto de Edimburgo, un protocolo que se apoya en diez preguntas sobre la calidad del sueño, el sentimiento de culpa o las ganas de llorar. Además, los investigadores neozelandeses han descrito casos extremos de padres que habían roto la relación con la madre, que habían sufrido notables problemas de salud, o que incluso habían perdido el trabajo. Estos casos, no obstante, representan un porcentaje muy pequeño de la muestra.

Por su parte, Francine de Montigny, directora del Centro de Estudios e Investigación en Intervención Familiar de la Universidad de Quebec (Canadá), destaca en su estudio que la falta constante de sueño también puede generar incomodidad física y agotamiento, y esos factores pueden contribuir, junto con los cambios hormonales y la presión del entorno, a una depresión posnatal. La experta señala asimismo que los hombres pueden padecer un miedo al fracaso en este proyecto vital.

El doctor López aconseja trabajar esas inseguridades a través de la prevención: “Los dos miembros de la pareja deben implicarse durante todo el embarazo, hablar de la educación que quieren dar a su bebé, y de lo que significa tener un hijo en el siglo XXI”. Y esa comunicación, agrega el psiquiatra, debería hacerse extensiva al entorno más cercano.

¿Y si solo es tristeza?

El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE UU explica en su documento sobre la depresión posnatal que ese trastorno no debe confundirse con el baby blues (la tristeza posparto): “Es un término que se utiliza para describir los sentimientos de preocupación, tristeza y fatiga que muchas madres experimentan después de tener un hijo. Los bebés requieren mucho cuidado, de modo que es normal que los progenitores se preocupen o se sientan cansados de proporcionar ese cuidado. Esa situación, que afecta hasta a un 80% de las mujeres, incluye sentimientos leves que duran una o dos semanas y desaparecen por sí solos. En el caso de la depresión posparto, los sentimientos de tristeza y ansiedad pueden ser extremos, e incluso afectan a la capacidad de cuidarse a uno mismo. Debido a la gravedad de los síntomas, por lo general, se requiere tratamiento. La depresión posnatal, que ocurre en casi el 15% de los partos, puede comenzar un poco antes o en cualquier momento después de que nazca el bebé, pero generalmente arranca entre una semana y un mes después”. Aunque este trastorno afecta a entre un 5% y 10% de los varones, en ese documento se hace alusión solamente a las madres.

Fuente: El País