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Los helados comerciales poseen gran cantidad de azúcar en su composición que deriva del procesamiento industrial que reciben, durante el cual se añaden los mismos. Estos azúcares son muy diferentes de los que encontramos naturalmente en los alimentos y se denominan azúcares añadidos o azúcar libre que es precisamente el que la OMS recomienda limitar en la dieta diaria. Por eso, hoy traemos nuestra selección de los mejores helados sin azúcar para despedir el verano sin descuidar la línea en este nuevo curso.

Helados sanos y hechos en casa

Los azúcares añadidos son precisamente los que se encuentran en productos, es decir, en alimentos de origen industrial procesados o ultraprocesados. Por ello, el primer paso para reducir el consumo de azúcar es cocinar más en casa.

Los helados caseros no tienen por qué ser complejos de realizar y pueden ofrecer muy buenos nutrientes sin tener nada que envidiarle a las opciones comerciales. Para que puedan probar lo antes dicho, aquí nuestra selección de helados sin azúcar:

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Estas y otras opciones más elaboradas en casa siempre resultan mejor alternativa que los helados comerciales, colmados de aditivos, grasas de mala calidad y azúcar añadido.

Usando ingredientes frescos, naturalmente dulces podemos lograr estos helados sin azúcar y muchos más si dejamos que nuestra imaginación haga lo suyo.

 

Fuente: Trendencias

Los helados caseros son un postre de lujo. Exquisitos y de bonita presentación, resultan de efecto seguro ante los invitados y hasta el más reacio a engordar no sabrá resistirse a un postre tan tentador y tan suavemente se deshace en la boca. Además, resultan muy fáciles de hacer y no se necesita ningún equipo especial ¿Quieres saber cómo triunfar preparando helados caseros?

Después de probar un helado casero bien hecho, los comerciales resultan muy inferiores. Existen tres tipos básicos de helado, cada uno de los cuales se hace de forma diferente. Los dos primeros son rápidos y fáciles. El helado de natillas, a base del clásico helado de vainilla, lleva un poco más de tiempo, pero no presenta ningún problema si se siguen las siguientes instrucciones paso a paso.

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Sencillísimo: de frutas

Uno de los helados más sencillos es el de frutas ¿Quién puede resistirse a un helado de fresas o al fresco aspecto de uno de limón, en un día de verano? Para permitirse el lujo, basta con hacer un puré de frutas y se le agrega un poco de nata montada. En realidas, es lo mismo que hacer una crema de frutas y ponerla a helar. La ventaja de este tipo de helado es que no quiere cocción, en caliente, o sólo muy poca.

La fruta debe hacerse puré, si se tritura la fruta en la batidora, el helado tendrá mejor consistencia. Si la fruta tiene muchas pepitas, siempre hay que colar el puré para eliminar las semillas. El azúcar glas es el que mejor liga con la fruta tamizada. La proporción básico del helado de frutas incluye partes iguales de puré de frutas y nata, aunque puede variar unpoco de una receta a otra.

El método para hacer el helado consiste en mezclar el puré de frutas con la nata, con movimientos envolventes para que esta no pierda aire. Luego, se echa la mezcla en el molde. Se cubre el recipiente y se pone en el congelador. Se deja durante 45 minutos. Cuando el helado haya formado una película semicongelada, se retira del congelador.

Se pasa a un cuenco y se bate a fondo con una cuchara de madera, para romper los cristales de hielo. Entonces se vuelve al congelador, otros 45 minutos. Se vuelve a retirar y se bate por segunda vez. De nuevo al congelador hasta que haya cuajado. Así queda listo para servir o guardar.

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Muy fácil: cremas heladas

Este tipo de helado se hace a partir de sorbetes. Al puré o zumo de frutas se le añade un almíbar muy espeso. Luego, la mezcla se congela y se bate, alternativamente. Para hacer un sorbete, se termina batiendo clara de huevo a punto de nieve firme y congelando después. Para hacer crema helada, no se añaden claras, sino que se las reemplaza por nata montada. Luego se congela el resultado.

El añadido de almíbar al puré de fruta hace que estos helados resulten más engorrosos de confeccionar y hasta pueden jugar una mala pasada durante la congelacion. Debemos hacer un almíbar, las proporciones de agua y azúcar varían de una receta a otra y dependen de la fruta que haya de emplearse. También varían las proporciones entre zumos o purés de frutas y almíbar.

Cuando la mezcla está hecha, se cubre y se pone en el congelador durante 45 minutos, hasta que se forme una película semicongelada. Se pasa a un cuenco y se bate. Se bate ligeramente la nata líquida, hasta que forme picos blancos y se incorpora al helado a medio congelar. Se vuelve a pasar al cuenco, se cubre y se devuelve al congelador. Al cabo de 45 minutos más, se vuelve a retirar y batir. Se cubre y se lleva de nuevo al congelador listo para servir o guardar.

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Más complicado: helado completo

Este es el método más pesado de hacer helado, pero, como era de esperar, también es el que proporciona mayores satisfacciones. Se preparan unas natillas clásicas de nata y huevo. Luego, hay muchas variedades de gustos para añadir. Los agregados, tales como frutas picadas o frutos secos triturados, se añaden cuando el helado está ya a medio congelar. Como alternativa, este helado se puede combinar con purés de frutas, lo que produce un resultado similar al de las cremas heladas, pero aún más fino y exquisito.

El más famoso de los helados, el de vainilla, se hace con una base de crema que contiene nata (o leche), huevos y azúcar. Cuando está frío se le incorporan los ingredientes que quieran añadírseles, los cuales pueden ser zumos de frutas, fruta hecha puré o picada, frutas secas picadas o molidas, o licores. También se añade nata líquida.

Esta crema es una forma enriquecida de lo que llamamos natillas, y se confecciona con la técnica clásica, tanto si se usa leche como nata. Se deja enfriar la crema y luego se pone a congelar. Para ello, se adapta el frigorífico a su punto más bajo, como para los demás helados, y se hiela el recipiente. Luego se ponen las natillas dentro, se cubre y se deja congelar 45 minutos o hasta que empiece a formar una ligera escarcha.

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Luego se retira y se revuelve de fuera hacia adentro, ya son los bordes lo primero que se congela. Se incorpora luego la nata líquida, y no hace falta batirla. Todos los agregados deben ponerse en este momento, cuando el helado está a medio congelar. Se vuelve entonces la mezcla al cuenco, se cubre y se pone nuevamente a congelar.

Al cabo de otro período de 45 minutos, se vuelve a sacar y se bate por segunda vez. Esto es especialmente importante si se ha usado nata líquida, ya que esta tiene mayor tendencia a dar una consistencia granulosa al helado. Se congela una vez más, hasta que cuaje, y ya queda listo para servir.

La heladera y sus secretos

Las heladeras eléctricas hacen helado con gran eficacia y, además, ahorran trabajo. Dentro de las eléctricas, que son las más cómodas, hay diferentes modelos para elegir. Su gran ventaja es que tienen una paleta que se mueve constantemente y revuelve el helado mientras se está congelando. Esto impide que se formen cristales.

También ahorra tiempo y problemas al cocinero, ya que no hay necesidad de vigilar periódicamente la mezcla ni de batirla con regularidad. Las heladeras, por lo general, sólo deben llenarse hasta los tres cuartos de su capacidad, ya que el batido dilata la mezcla. Las antiguas heladeras de mano también son efectiva, aunque hoy en día apenas se encuentran.

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Cómo servir un helado

Hay que tener la precaución de retirar el helado del congelador un poco antes de servirlo, ya que, de lo contrario, será difícil meterle la cuchara. El tiempo para que quede más blando varía según la receta de que se trate, pero los helados de consistencia blanda deben retirarse unos 15 minutos antes de servirlos. Los más duros se retiran, generalmente, al comenzar la comida, y ambos se dejan en el estante inferior del frigorífico.

Conviene calcular la cantidad de helado por comensal con generosidad. Un helado hecho a base de medio litro de nata mezclada con puré de frutas, proporcionará cuatro raciones grandes o seis más pequeñas.

Los helados pueden presentarse de manera atractiva. Los que se han confeccionado en molde semiesférico o de dibujo, simplemente pueden pasarse a un plato. Para separar el helado del molde, se invierte este sobre el plato y luego se cubre con varias servilletas empapadas en agua caliente y escurridas. Si se trata de un molde de lados rectos, se pasa una espátula por el perímetro, habiéndola entibiado primero en agua caliente.

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Si el helado se ha hecho en un cuenco, se saca con una cuchara y se sirve en copas especiales o en recipientes de cristal. Incluso sirven las copas de cava y los vasos altos. Se pueden hacer helados de colores y sabores distintos y apilarlos dentro de las copas. También pueden usarse cáscaras vacías de frutas para servirlos.

Los recipientes o copas individuales deben ponerse, a su vez, sobre otro plato, para sostener la cuchara de postre y se acompañan con barquillos, bizcochos o pastas finas, que pueden clavarse encima del helado. Para una cena con invitados, conviene poner dos en cada plato y luego ofrecer más, puestos en un plato. Las tejas o las lenguas de gato son también un acompañamiento perfecto para los helados.

 

Fuente: Directo al Paladar

Soportar altas temperaturas y no resistirse a tomarse un rico heladito puede convertirse en una misión casi imposible, la tentación llama a nuestra puerta y, con ella, los kilos que anuncian que están listos para acoplarse todo el verano en muslos, abdomen, cintura… Sí, ya podemos despedirnos de los cucuruchos de tres bolas, los helados hay que tomarlos en pequeñas dosis.

«Los helados pueden ser muy variados y tener un montón de opciones añadidas al helado base. Al helado de base se le suele añadir frutos secos, galletas, fruta en almíbar, siropes, chocolate, muchas veces en trocitos mezclados con emulgentes y grasas para que encontremos pequeños trocitos al consumirlos, con lo que el valor calórico puede aumentar y mucho. Eso añadido a que una tarrina de helado que nos puede parecer pequeña, muchas veces tiene más peso que un envase de yogurt y cada vez hay en el mercado envases más grandes que nos hacen no ser conscientes de la cantidad», advierte la Dra. Elena Pérez Montero, nutricionista del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo y de Hospital Quirónsalud Madrid.

Aunque no forma parte de una alimentación básica, sí pueden ser consumidos de forma esporádica sin que por ello dejemos de hacer un consumo equilibrado. Otra cosa son las calorías que podamos sumar a nuestro peso. Por eso las cantidades son esenciales, así como los complementos e ingredientes, las virutas de chocolate quizá nos las debamos ahorrar.

En todo caso, es cuestión de entender nuestras características particulares y cuánto nos está permitido ingerir. Podemos partir de unos datos comunes, así “lo que se denomina un helado cremoso, que estaría englobado en helados lácteos, aporta alrededor de 199 kcal/100 grs, de las cuales, a pesar que el agua lo compone el 62%, tienen un contenido graso aproximado del 10% y un contenido en azúcares del 27%, la mayoría simples», comenta la doctora.

«Una tarrina pequeña de helado puede pesar entre 70-125 gramos. El contenido de agua de sorbetes y polos de hielo es algo mayor, entre un 66-69%, aportando alrededor de 135 kcal/100 gramos, de las cuales su contenido graso aproximado es del 1,5% y su contenido en azúcares del 30%, también simples», explica la especialista, no sin antes aconsejar que distingamos entre los tipos de helados y en los comprados leamos el etiquetado para conocer nutrientes y composición.

Los de hielo, los polos sorbetes o granizados, aunque tienen más contenido en agua, tampoco nos permitirían un consumo incontrolado, pues aunque sí que es cierto que contienen menos calorías que los de leche su aporte de azúcares simples es mayor, además de sumar a sus recetas colorantes y conservantes.

Los deportistas que no quieran evitar darse el placer de tomarse un helado tendrán que tener en cuenta sus necesidades energéticas, hacer matemáticas con lo que gasta y consume, pero siempre teniendo presente que debe haber un control.

Podemos no renunciar a ellos siempre que las cantidades sean responsables y si no, como aconseja la doctora Pérez Montero, una buena opción sería combinarlos con frutas que podemos cortar en trozos y congelar o combinarlos con yogurt desnatado.

Si no queremos pasar todo el otoño lamentando los ricos helados del verano que nos tomamos, lo mejor será que nos regalemos los justos y los disfrutemos como el regalo que son.

 

Fuente: Correr y Fitness

Cuando se tiene un resfrío, es de conocimiento popular que no se debe consumir alimentos fríos porque puede empeorar la enfermedad, congestionar las vías respiratorias y hacer que el malestar aumente.

Cuando se ingieren alimentos a muy bajas temperaturas el estómago se enfría. Sin embargo, gracias a los procesos digestivos, la comida se calienta y el frío desaparece.

Otro factor que hace que los abuelos prohiban a sus nietos comer helado son los lácteos que a veces forman parte de la receta de estas golosinas.

Un estudio realizado en el 2004 reveló que el 58% de las personas creía que era cierto que la leche produce más mocos, lo cierto es que no existe evidencia contundente para afirmar que el consumo de leche provoca exceso de mucosidad.

Por lo tanto, se puede consumir los lácteos que se deseen y la cantidad de helado que se apetezca, si bien no van a mejorar el estado de la enfermedad, tampoco la va a empeorar.

Fuente: Metro Ecuador