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En los últimos años, se está reconociendo un patrón de comportamiento en algunos niños: un trastorno psicológico que hace que sea extraordinariamente difícil para ellos concentrarse, prestar atención y controlar su comportamiento impulsivo. La mayoría de los niños con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) presentan una combinación de ambos. Las consecuencias son problemas en la familia y pobre rendimiento escolástico.

Las principales causas reconocidas son: deficiencia de dopamina y falta de  irrigación sanguínea en ciertas áreas del cerebro. Nutricionalmente hablando, podemos ayudar con omega 3, que no solo incrementa la producción de dopamina, sino que es capaz de aumentar sus receptores (puertas de entrada) en el cerebro. Aparentemente, los niños con este trastorno tienen un metabolismo que combustiona rápidamente los ácidos grasos omega 3, que son el EPA (Ácido Icosapentaenoico) y el DHA (Ácido Docosahexaenoico). Cuando se encuentran niveles bajos de DHA en la sangre, se presenta simultáneamente dificultad para controlar emociones, adicciones y se deteriora el nervio óptico.

Se hicieron experimentos con ratones de laboratorio, a los cuales se les daba una alimentación pobre en omega 3, presentando la tercera generación trastornos cognitivos y de conducta.

La generación humana que hoy bordea los 85 años fue quizá la última que consumía todos los días su cucharada de aceite de hígado de bacalao (omega 3). Las que siguieron, tuvieron que eliminar esa saludable costumbre por la alta contaminación de los mares. Los metales pesados contaminantes y las toxinas son depositados en la grasas de los peces, y hasta hace pocos años no existía la tecnología para depurar el omega 3.

Según el Doctor Barry Sears, la inflamación silenciosa interna –creada por una alimentación mal balanceada en ácidos grasos y macronutrientes– puede también ser la causa del TDAH. La ingesta de una dieta antinflamatoria, en conjunto con altas dosis de omega 3 – grado medicinal, ha demostrado ser una combinación muy eficaz a la hora de combatir problemas de esta índole.

Existen exámenes de sangre que pueden ser muy útiles a la hora de medir los grados de inflamación, porque brindan una clara correlación entre los valores altos y la gravedad de TDAH, demostrando de esta forma la validez de la teoría.

En definitiva, la recomendación es un buen manejo de la dieta y suplementación con omega 3.

Los alimentos que deberíamos evitar, porque crean inflamación, son aquellos que ingresan muy rápido como glucosa a la sangre. Por ejemplo: el puré de papas, el arroz blanco, los jugos de fruta (aunque sean naturales), el maíz molido, los  chocolates, los helados con grasa. Solo se recomiendan los helados de yogurt sin grasa.

La dosis de omega 3 depende del grado de TDAH, partiendo de 7 g hasta 15 g.  Solo recuerda que el omega 3 debe ser de grado medicinal, es decir, que tenga menos de 10 ppm de mercurio, menos de 45ppm de PCB y menos de una parte por billón de dioxinas.

 

Fuente: Revista Mariela