Ubicado a unos 42 kilómetros al norte de Tahití, en Teitaroa, el lugar del que se enamoró Marlon Brando cuando fue a rodar ‘Motín a Bordo’ y en el que encontró al amor de su vida, Tarita, y ya no fue feliz en ningún otro sitio. Su paz interior estaba allí y juró protegerlo y mantenerlo para que los tahitianos recordaran lo que eran y lo que fueron hace siglos.
El lugar que se convirtió en el paraíso de Marlon Brando, tras comprarlo por unos 178.000€ en 1966 le prometió a la dueña que jamás talaría un árbol y conservaría su singular belleza. Y así ha sido, aunque se haya convertido en el resort de los ricos y famosos.
La idea de construir alojamientos de alquiler siempre rondó la cabeza de Brando, puesto que aunque hizo mucho dinero con el cine digamos que lo suyo fue una vida de altibajos, pero siempre cumpliendo los estándares medioambientales. Las vicisitudes de la vida y las tragedias familiares apartaron Teitaroa de sus manos, juicios, nubarrones hasta que hace cuatro años renació de entre sus cenizas como un mini-resort de lujo con el nombre del hombre que lo dio a conocer al mundo.
Fuente: trendencias