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Úrsula Strenge se pronuncia tras su salida del canal del cerro

Úrsula Strenge, de 44 años, decidió dejar por un tiempo la TV para emprender nuevos retos profesionales y personales.

Luego de la sorpresa, comentarios… que generó su salida, ¿cuáles son esas primeras reflexiones ya más tranquila?

Conversaba con unos amigos y les decía que seguramente pasaré por un proceso de duelo por el tiempo que estuve en el canal. Algo natural. Aunque todavía no siento ese vacío porque estos días he estado haciendo trámites pendientes. Es como si estuviera de vacaciones. Sé que llegará ese momento, estoy preparada para cuando se dé, además es necesario. Extraño a los chicos, me salí del chat del programa, me desvinculé. Aunque la amistad se mantiene.

¿De qué se dio cuenta tras su salida?

Me impactó la respuesta de la gente que me permitió ingresar a sus hogares y a sus vidas, primero con Está clarito y luego con En Contacto. Hay un espacio y mucho cariño ganado, también respeto porque a pesar de que algunos no estuvieron de acuerdo con la decisión tomada, la aceptaron.

Al día siguiente de su partida, ya tenía reemplazo, Samantha Grey, una joven sin experiencia y con un estilo diferente…

Así es la vida, así es la televisión. Con Sami tuve la oportunidad de trabajar cuando Gaby se ausentó por la campaña política (de su esposo, Dalo). Hubo una buena relación, pese a su edad y a que la conducción no era lo suyo sino más bien el baile y la actuación. Se acopló. En este segundo ingreso, seguramente le irá mejor, se sentirá más cómoda. Cada quien tiene estilos diferentes y forma de conectar y llegar al público. Estará hasta que empiece a grabar la segunda parte de la telenovela Sharon, la hechicera. En el programa En Contacto estuve más de 13 años.

A Gabriela Pazmiño siempre le ‘echan el muerto’ de los que se van, primero Érick Mujica y ahora usted.

Me muero de pena porque Gaby no es la responsable. Esta situación nos las tomamos con humor. Con Gaby conversé del tema de mi salida, estaba al tanto de que existía esa posibilidad. Me decía que lo piense bien, que me iba a extrañar, aunque cualquier decisión la respetaría.

¿Esa amistad fue sincera o show de TV?

Es sincera. No somos íntimas porque eso es un proceso, pero la considero mi amiga, más allá que una compañera de trabajo. La conocía por el medio, pero no habíamos compartido pantalla o escenario. Nos fuimos conectando, complementando nuestros perfiles y en los cortes comerciales hacíamos terapia. Fui sincera, honesta, creo que eso fue recíproco.

Pero las picas profesionales siempre existen. ¿Usted cree que ella las sintió?

No sé si dentro de ella existió algo así en algún momento, sin embargo nunca hubo una manifestación abierta. Lo que sí me dijo es que ingresó al espacio con cierto temor porque En Contacto, era algo distinto, con gente nueva, pero luego se sintió cómoda con la acogida que recibió.

¿Y usted sintió esos celos?

No, siempre que se daban cambios con horarios, directores o contenidos fui receptiva. Soy muy observadora, primero observo todo, luego trato de entender el movimiento e inicio un proceso de adaptación. Aunque sí me pareció raro que Ecuavisa, que siempre tuvo otra imagen y forma de llegar durante muchos años, ahora la cambie.

Muchos dicen que luego del ingreso de Gabriela el programa se volvió popular…

Creo que su ingreso fue parte de la estrategia del canal para ganar un público distinto. Ella tiene una imagen bien ganada, con un target más popular y si el objetivo de Ecuavisa era ingresar a ese target, era perfecta para esos cambios.

La parte económica, la estabilidad, lo afectivo, el miedo, salir de la zona de confort… hicieron que retrase una decisión que se veía venir.

Cada uno tiene sus tiempos, hubo un poco de todo. Hay que considerar que soy cabeza de familia y quedarme sin ese ingreso me hacía pensar. Tenía que considerar otras posibilidades de negocios, como potenciar las tres tiendas de ropa (un negocio familiar), mi carrera de psicóloga… Todo lo que pueda para completar mi presupuesto. Algo me ocurrió en un taller que organicé sobre los miedos en las mujeres, me conecté con esa situación y me di cuenta de que no tomaba la decisión por temor a lo nuevo, a salir de la zona de confort o a no sentirme capaz de empezar desde cero.

¿En algún momento sintió que no tenía ganas de ir al programa?

Me ocurrió en un par de ocasiones, sobre todo cuando leía la pauta del día siguiente y solo tenía que decir un par de menciones.

¿Sintió que la marginaban o relegaban?

Nunca me sentí menospreciada o marginada, pero sí sentí que podían aprovecharme más, sin egos de por medio, yo podía hacer o aportar más.

En su despedida Efraín Ruales dijo que usted dejó a un lado su título de Psicóloga para contagiarse con las locuras y hasta a veces ridiculeces que exigía el programa con el fin de entretener al público, ¿sintió que hizo ridiculeces?

Hice retos de baile y con los compañeros, las noveluchas, me acoplé y divertí pero últimamente ya no disfrutaba. Cuando llegaba a mi casa, mis hijas (Camila, Ivana y Cristina) me veían con pelucas y atuendos, entre bromas les decía: “así se gana la vida su mamá”. En el fondo de mi corazón pensaba en lo que dirán mis pacientes o si estaba perdiendo credibilidad. Además el tiempo pasa, ya no soy tan peladita, todo tiene su momento. Cuando se dio lo de la farándula no quise participar porque no domino esos temas. A veces sí sentía que hacía ridiculeces que eran parte de un show con un objetivo o caso social.

¿Qué cree que le habría dicho su esposo, Iván Nogales?

Iván me apoyaba y me hubiese preguntado si yo me sentía feliz. Para él eso era lo importante, aunque a veces con alguna decisión no estuviera muy de acuerdo por el tiempo que me demandaba.

¿Cree que el próximo en irse será Efraín, no se lo ve muy a gusto?

No sé, él es más joven, además no solo es presentador, también actor y puede participar en otras producciones.

¿Cuál es el primer paso que dará luego de cerrar este ciclo?

Primero atender mi salud porque lo que me dio el empujón para retirarme de la TV fueron unos problemas que se presentaron. Tengo un quiste en los ovarios y anemia, sufrí una descompensación porque los niveles de glóbulos rojos están en el suelo. Tuve un sangrado abundante de casi un mes por estos quistes. Ya estoy en tratamiento. El doctor no me deja viajar a Quito porque la altura puede afectarme.

¿Y en lo laboral?

Cuando estaba en el canal iba por ratos a las tiendas, ahora quiero prestarles más atención. Aún estamos pagando la inversión inicial. Como dicen, todavía no es chancho que da manteca. En la capital de la República me embarqué con otro negocio, un centro de bienestar integral para adultos mayores (Rasayana). Mi hermana, Ingrid, quien vive allá, me ayuda. Alquilamos una casa antigua que la adecuamos. Por ello deberé viajar aunque sea una vez por semana. Me interesa reabrir mi consultorio de psicología y ofrecer talleres. A partir de la muerte de Iván me buscaron para charlas testimoniales. Algunas personas me han propuesto hacer un blog, canal de YouTube y radio.

Todos tenemos un lado oscuro, ¿cuál es el suyo?

(Risas) Tengo un temperamento fuerte, aunque no parezca, no soy brava, controlo mis emociones, pero soy impaciente para hacer filas o cuando algo no se hace rápido. Soy estricta y perfeccionista conmigo misma y me exijo demasiado, no es bueno porque no permito equivocarme. Cuando tomo decisiones, no miro atrás.

Han pasado casi cuatro años de la muerte de su esposo, ¿se ha replanteado abrirle las puertas al amor?

Este año he decidido salir más e incluso sola. Ahora me voy sola al cine y me gustaría viajar también así. Quiero sacudirme esos temores, romper con los prejuicios. No tengo pareja, pero si alguien me invita, ahora le digo, vamos. Ya no me complico. Me abrí a conocer más gente, a compartir más. La mayor de mis hijas, Camila me preguntó si me volvería a casar, le respondí que no sabía, pero que si eso pasaba, primero lo conversaría con ellas. Aunque casarse son palabras mayores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Expreso.ec