‘¡No le lleves siembre en brazos… que se malacostumbra!’… ¿Cuántas veces habrás escuchado esta frase? Pues resulta que no, que no se malacostumbran. Es más: los bebés, necesitan estar en brazos.
Te contamos por qué miles de psicólogos recomiendan sostener en brazos al bebé todo el tiempo que sea posible.
Los bebés lloran. Eso lo sabemos. Lloran porque tienen hambre, porque quieren que les cambien el pañal, porque tienen sed… o porque necesitan estar cerca del regazo de su madre o de su padre. Y el instinto natural es sostenerle en brazos. Sin embargo, durante mucho tiempo nos han estado diciendo que es un error… que los bebés al final se acostumbran a los brazos y lloran sólo y exclusivamente con la intención de que les abracen.
Olvida todo eso. La nueva corriente no sólo confirma que esto es mentira, sino que van más allá: los bebés no sólo no se malacostumbran a los brazos, sino que además los necesitan. ¿La razón científica?:
Cuando nacen, los recién nacidos pasan por un proceso de exterogestación. Necesitan acostumbrarse a su nuevo entorno poco a poco. Durante nueve meses estuvieron en un lugar cómodo, caliente y muy pequeño. De repente pasan (de forma traumática) a un lugar frío, inmenso… Sienten frío, hambre, sueño, dolor... ¿Qué necesitan en ese momento? Según la teoría de la psicóloga Laura Gutman, sentirse abrigados por los brazos de alguien en quien confian. Así que lo mejor es intentar ofrecerles un ambiente lo más similar al suyo. ¿Hasta cuándo? Hasta que comienzan a desplazarse por sus propios medios (en torno a los 9 meses de edad o cuando comiencen a gatear o a andar).
Qué sucede si dejas al bebé llorar
Si dejas al bebé llorar cada vez que pide brazos, estarás contribuyendo a todo estos (según los últimos estudios psicológicos):
– Ansiedad: El bebé estará nervioso y excitado. Esto desencadena en un bebé estresado y ansioso.
– Desconfianza: Si no recibe atención cuando la demanda, el bebé perderá confianza en sus padres. Esto le hará ser de mayor mucho más desconfiado con su entorno.
– Falta de autoestima: La seguridad y recompensas de un abrazo se traducen directamente en más autoestima. El bebé, ante la ausencia de abrazos, se siente inseguro. Esto desencadena en falta de confianza en sí mismo.
– Individualismo: La falta de confianza en los demás le hará menos cooperante y más individualista. Preferirá estar solo.
Fuente: Guia Infantil