A lo largo de su historia, los seres humanos han adoptado y/o aprendido multitud de “pequeñas grandes” acciones que han transformado de manera positiva su vida.
1. Amamantar a los hijos, bueno para las madres. Uno de los estudios más grandes realizados en Estados Unidos, afirma que las madres que dan el pecho a lo largo de su vida durante más de 23 meses tienen un 23% menos de riesgo de padecer una enfermedad coronaria. El amamantamiento también reduce el riesgo de cáncer ovárico y de cáncer de pecho y parece tener un efecto reductor en el desarrollo de la osteoporosis.
2. Consumir nueces. Este fabuloso fruto seco contiene una cantidad significativa de ácidos grasos omega 3 de origen vegetal. Su inclusión en la dieta permite reducir los niveles de colesterol malo, la presión arterial elevada o la glucosa en sangre. Según la Escuela de Enfermería de la Universidad de California (UCLA), comer 75 gramos de nueces al día mejora la vitalidad, movilidad y morfología de los espermatozoides en los hombres sanos de entre 21 y 35 años.
3. Pigmentos contra el infarto. Recientes estudios señalan que los pigmentos vegetales presentes en gran cantidad de alimentos contribuyen a prevenir los infartos de miocardio y otras enfermedades coronarias. Dicen los expertos que la ingesta de alimentos amarillos, morados, rojos o azules es más que una moda en el mundo de la dietética.
Está demostrado que a mayor intensidad de color en las frutas y verduras que consumimos, mayor aprovechamiento de las vitaminas, los minerales y los fotoquímicos que contienen.
4. Ejercitar la mente, sudokus para prevenir el Alzheimer . Un estudio llevado a cabo por científicos del Instituto Ramón y Cajal de Madrid (España), demostró que al leer, escribir, relacionarse con el entorno o hacer sudokus, el cerebro capta una hormona conocida como IGF-1 (Insuline-like growth factor-1) del torrente sanguíneo y, de manera automática, las neuronas empiezan un proceso de autoprotección, supervivencia y desarrollo que garantiza el funcionamiento adecuado de la mente.
5. Reírse para tener un cerebro feliz. Un estudio presentado por la doctora Natalia López, catedrática de bioquímica y biología molecular de la Universidad de Navarra, afirma que el sentido del humor termina modificando el cerebro de forma positiva y además fortalece el cuerpo y es saludable. A través de la liberación de dopamina, una hormona que genera una sensación de regocijo que se termina somatizando en una carcajada que, a su vez, fortalece el corazón y genera respuestas somáticas saludables.
Fuente: salud180.com