La relación de pareja resulta ser el vínculo más complejo y primario de todas las relaciones humanas, puesto que nos desvestimos integralmente mostrándonos ante la pareja en cuerpo, alma y espíritu, permitiéndole que acceda a lo mejor de nosotros pero también a lo peor, porque frente a él o ella no necesitamos “maquillar” lo que interiormente surge ante cualquier circunstancia. Es también un vínculo tan fuerte y a la vez frágil, ya que es el único lazo –no sanguíneo– que por decisión voluntaria nos entreteje dentro de un proyecto de vida familiar que inicia con un sueño, el sueño que todos tenemos de caminar en compañía. Curiosamente, la pareja es quien llega a conocer los pensamientos más profundos, los secretos, temores y deseos que ni padres ni hijos podrían conocer, puesto que dentro de un buen matrimonio se llega a desarrollar una completa intimidad.
Normalmente –y a diferencia de lo que se piensa– las discusiones, resentimientos y peleas permiten dar atención a los problemas y expresar los malestares para que a través del arrepentimiento, perdón y restitución logren solucionarse y sea posible reforzar con nuevo ímpetu la relación. Sin embargo, la rutina, los hijos, las responsabilidades financieras, obligaciones domésticas y los siempre presentes problemas cotidianos, son algunas razones por las que los matrimonios entran en una crisis tácita, que de manera peligrosa va minando ese terreno amoroso que es solo de dos, y en el que siempre hay que estar con los ojos bien abiertos, ya que sin darnos cuenta cae en el hastío y desazón.
El amor es el mejor de los manjares, y –como popularmente dicen– cuando algo está perdiendo su sabor, nada mejor que ponerle un toque de picante. Aquí te presentamos nueve formas infalibles para conservar la llama de la pasión y ponerle la sazón justa que te permita reconquistar a tu esposo:
1.- Toma la iniciativa y siempre interésate en satisfacer sexualmente a tu pareja haciendo que su placer y deleite sean tan importantes para ti como el tuyo.
2.- Envíale uno que otro mensajito de texto mientras trabaja, con palabras muy sensuales y sugestivas, invitándolo a un encuentro sensacional que no resiste espera.
3.- Sorpréndelo más frecuentemente con tu vestuario, que note que te has vestido para sorprenderlo. ¡Recuerda que el hombre es netamente visual!
4.- Ambienta la habitación de tal forma que te permita realizar un juego de roles o escenas, tal como disfrazarse de acuerdo a la escenografía que se te ocurra (él policía, tú maleante; él Tarzán, tú Jane). O juega con la temperatura del aire acondicionado, que les permita por el frío calentarse cuerpo a cuerpo o por el calor quedarse con menos ropa para refrescarse.
5.- Organiza un tiempo para los dos, sin hijos; es algo muy recomendable que les servirá para unirse y conocerse, y, lo más importante, para sentirse cómodos el uno con el otro sin distracciones. Arma un viaje, caminata o un día de spa, etc., siempre que sea algo nuevo por hacer juntos.
6.- Cocínale su plato preferido y atiéndelo de manera especial, enumerándole las cualidades que hacen que atenderlo y cuidarlo sea para ti un placer.
7.- Durante la intimidad, háblale sobre lo que más te atrae de él en detalle; sé generosa en halagos y en las sensaciones que él despierta en ti.
8.- Proponte mentalmente un día solo para escucharlo; pídele que te cuente sus planes y no intervengas con opiniones y consejos a menos que él te lo pida. Muéstrale interés y admiración en cada idea.
9.- Reconócele y agradécele por todo lo bueno que te ha dado, por todo lo que te ha apoyado, por lo que él hace por ti y tu familia, y, si quieres ganarte su devoción, hazlo en público delante de sus amigos y familiares.
Estos son apenas unos tips que te ayudarán a redireccionar tu matrimonio, implementando como estilo de vida estas formas de demostración afectiva, que sin duda ayudarán a alimentar tu relación, la cual siempre demandará tu mejor atención. La relación de pareja requiere de cuidado y mantenimiento, igual que todo lo que nos interesa: la casa, el negocio, el carro, y eso siempre dependerá de las disposiciones necesarias, ya que como dijo Gabriel García Márquez: “El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno”.
Seguir juntos no por costumbre o comodidad, por conveniencia o porque así lo mandan los prejuicios o mandatos religiosos, sino por la sola convicción de que esa persona, justamente esa, es con la que quieres ir en compañía por el camino de la vida.
Fuente: Mariana Bermúdez. Psicóloga Clínica. Revista Mariela. Edición 100.