Es muy frecuente que nos damos por vencidos al buscar cumplir nuestras metas o sueños, no porque los demás están esperando muchas cosas de nosotros, sino porque esperamos demasiado de nosotros mismos, lo cual puede llevarnos a un estancamiento en nuestro crecimiento personal o profesional.
Estrés, excesiva presión y frustración suelen presentarse cuando las cosas que deseamos entran en conflicto con aquellas que sabemos que son las más correctas, aun cuando nos alejan de nuestros objetivos.
En consecuencia, pueden originarse en las expectativas externas, códigos o reglas morales que se internalizan en nosotros mismos y que nos impidan darnos cuenta de algunas creencias o actividades que no son efectivas o productivas.
Estas normas internas llegan, incluso, a guiar la forma en que gastamos nuestro dinero, organizamos nuestro tiempo libre, así como la precepción que tenemos de nuestras carreras y relaciones.
Por lo cual, cierto tipo de creencias pueden en realidad convertirse en un obstáculo que impedirá, tarde o temprano, realizarte como ser humano integralmente. Entre las más frecuentes se encuentran las siguientes:
1. Yo debo resolver los problemas por mi cuenta. No hacerlo es débil, necesitado o significa que soy incapaz.
2. Debo sacrificar mis necesidades de los demás. Debo hacer lo que los demás me piden, sino soy egocéntrico o egoísta. Las necesidades de otras personas son más importantes que la mía.
3. No puedo renunciar. El fracaso sería desastroso. Es mi culpa, debí haberlo hecho mejor.
4. No puedo soportar la crítica. Debo soportar y comportarme como los demás esperan que lo haga; cumplir sus expectativas.
Trata de ser una persona más flexible contigo mismo y comienza a sustituir aquellas palabras negativas o que implican un condicionamiento, por otras que sean positivas, que impliquen una posibilidad o que tengan implícitas un reforzamiento benéfico.
Fuente: bienestar.salud180.com