El desorden de los demás puede ser un problema familiar. Por lo tanto, aunque nosotros seamos unos excelentes «ordenadores» y tengamos nuestro hogar impecable, tendremos que inculcar esta actitud y modo de vida a los demás.
Para empezar, deberemos tener claro que nosotros ya tenemos dominado al tan temido desorden. Una vez asumido este estado, es hora de conducir a los demás a la senda del orden. Tenemos que tener en cuenta que las discusiones en torno al desorden y la desorganización no son fructíferas. Es mejor adoptar el papel de «asesor» de desorden para ayudar a los demás miembros de la familia a dominarlo. Os ofrecemos algunos consejos.
Aprovecha la personalidad de cada uno
Hay que respetar la personalidad de cada uno. No solo hay un camino para ordenar y organizarse. Al contrario, los estilos personales dictan buenas soluciones contra el desorden. Por ejemplo, es mejor dejar a los más pequeños que guarden sus utensilios para estudiar en un estuche «alegre» que en un cajón cerrado. Los mejores esfuerzos fracasarán si se basan en que toda la familia sea ordenada. Tenemos que aprovechar las cualidades de cada uno para crear un espacio limpio y organizado.
Ataca el problema
El desorden es solamente un síntoma, el verdadero problema está en la relación entre el desorden y los objetos, el espacio y el orden. No hay que tomar medidas provisionales, sino aportar soluciones definitivas que atajen el problema.
Sé flexible
Es necesario definir los términos porque para lo que uno es «basura», para otro es un «tesoro». Un buen asesor de familia debe ser flexible y buscar soluciones, no confrontaciones. La organización es un éxito, ya que un espacio organizado para el ocio nos ayuda a encontrar y reemplazar vídeos y DVD, o una buena lectura. Al ver sus ventajas, aprendemos a organizarnos.
Fuente: hogarutil.com