Para recibir un sobrenombre que atañe a todo un continente, hace falta una cosa: ser demasiado influyente y conocido. Pero, para ser la “abuela” de todo un continente, es necesario una extensa descendencia. La reina Victoria I de Inglaterra reunió ambas características. Primero, llegó su coronación a los 18 años y a los 20 el matrimonio y los hijos.
El destino, el azar o una causalidad de cosas la condujeron al poder. Nació en 1819 y fue hija del duque de Kent. No se suponía que se convertiría en reina y, por ello, no recibió la misma educación que hubiera tenido un hombre heredero al trono de Gran Bretaña e Irlanda. Lo cierto es que al fallecer su abuelo, Jorge III, el mismo año que su padre, fue evidente que Victoria sería la sucesora, ya que ninguno de los restantes hijos varones del rey había tenido descendencia.
El gran y único amor de la reina fue su primo hermano, el príncipe alemán Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha. Como era costumbre entre la realeza, la unión estuvo prevista desde muchos años antes por intereses políticos. Se casaron en 1840 y los hijos fueron llegando: cuatro niños y cuatro niñas; variedad de pinturas y fotografías consolidaron una sólida imagen de la familia.
Cuando Victoria enviudó de su amado, en 1861, casi cae en la locura. Atravesó por un largo periodo de luto y dolor, que contribuyó a su postura conservadora, transmitida al pueblo, instituyéndose incluso lo que se conoció como era victoriana.
La historia cuenta que la madre de Victoria fue muy controladora y poco cariñosa, y, al parecer, ella repitió este patrón. Todos sus hijos se casaron con hombres y mujeres del mismo linaje, incluso la menor, Beatriz, a quien quiso mantener soltera. Es así que los descendientes de la reina ocuparon la mayor parte de las cortes de Europa y hasta la actualidad llevan las riendas del trono inglés. Es tatarabuela de la reina Isabel II del Reino Unido, de la reina Sofía de España y Grecia, de la reina Margarita de Dinamarca, del rey Carlos Gustavo de Suecia y del rey Harald de Noruega.
Murió de causas naturales a los 81 años, en enero de 1901.
Fuente: Revista Mariela