De acuerdo con Lía Barbery, especialista en abrazo terapia y autora del libro El lenguaje de los abrazos, en el acto del abrazo no solamente segregamos oxitocina, la hormona relacionada con el apego, sino que también se activa en el cerebro la liberación de serotonina y dopamina, neurotransmisores con los que experimentamos una agradable sensación de bienestar, armonía y plenitud.
El fundamento científico de su alto poder, agrega la fundadora de la ONG AbrazArte sin Fronteras, queda muy claro en el gesto de la madre cuando toma a su hijo y, al igual que en el alumbramiento o cuando le amamanta, su cerebro se encuentra segregando oxitocina. Gracias a ella, el bebe se siente unido a su madre y resguardado de todo peligro.
El abrazo y el contacto son formas esenciales de ofrecer soporte afectivo, un indicador esencial que explica la buena salud (muy por encima de la dieta y de los hábitos deportivos). Esta terapia redescubre la importancia del abrazo como necesidad vital que tenemos todos de amar y sentirnos amados de verdad.
1. Nos rescata de la soledad y el aislamiento.
2. Devuelve la ilusión, la alegría y el buen humor, puesto que la risa es su fiel compañera.
3. Brinda reconocimiento y protección a nuestro «niño interior».
4. Facilita los desbloqueos físicos y emocionales.
5. Favorece la comunicación afectiva con nosotros y con el otro.
6. Estimula la gratitud.
7. Despierta la creatividad.
Fuente: salud180.com