La diferencia con una pesadilla es que el niño no tiene registro del episodio y no lo recordará por la mañana tampoco. Además, en el momento en que está sucediendo, no consigue ser consolado por personas a su alrededor ya que no se da cuenta de su presencia: es como si siguiera dormido. Los padres no deben preocuparse ya que los episodios no revisten riesgo alguno por más que luzcan angustiantes.
No hay una razón específica para que se produzcan estos episodios, aunque sí hay factores que pueden incidir en su aparición. Estos son:
- Estrés en el niño
- Falta de rutinas en el sueño y descanso inadecuado
- Actividades estimulantes antes de la hora de dormir (como videojuegos)
- Bebidas con cafeína
- Apnea del sueño o amígdalas agrandadas que afectan el sueño
No intentes despertar al niño o hacerlo entrar en razón. No vale la pena, ya que en medio del episodio el pequeño no tiene conciencia de su entorno. Simplemente háblale suavemente, protégelo para que los movimientos bruscos no lo lastimen contra la pared o el respaldo de la cama y ten paciencia.
Para prevenir la aparición de estos episodios, es importante evitar que el niño realice actividades o consuma alimentos y bebidas que lo sobreexciten antes de dormir e implementar una rutina de sueño regular y estable.