No todo puede ser siempre risas y diversión.
Ryan Reynolds confía en sí mismo cuando se trata de Deadpool 2, sin embargo, fuera de la pantalla, es un manojo de nervios.
«Sufro de ansiedad. Siempre he tenido ansiedad», reveló al The New York Times. «Tanto en lo divertido, tipo ‘Estoy ansioso por esto’, como en las profundidades del espectro más oscuro, lo cual no es divertido».
En el pasado, el actor había compartido con GQ que «tuvo un pequeño ataque de nervios» cuando se estrenó la primera película de Deadpool, en 2016, pero que ha logrado superar su ansiedad en el trabajo cuando se enfoca en el personaje. «Cuando la cortina se abre, dejo salir a este tonto», dice. «Toma el control y luego se va cuando salgo del set».
En su juventud, señala, su padre era «el dispensario de estrés en nuestra casa». Para mantener la calma, «me convertí en este mini-gerente cubierto de piel joven. Cuando se estresa a los niños ocurre una paradoja extraña porque de repente (los niños) asumen cosas que no les toca asumir».
La ansiedad de Reynolds lo siguió hasta los 20 años, cuando entró en una «fase real desquiciada».
«Me la pasaba de fiesta, tratando de desaparecer de alguna manera», dijo. Además, relató que llegó a despertarse a mitad de la noche, paralizado por la ansiedad. También que se automedicó, pero que después algunos amigos murieron por sobredosis y puso pausa a la fiesta.