Los antiguos herbolarios creían que la similitud que frutas y vegetales tienen con ciertas partes del cuerpo humano es una pista para que podamos ver sus beneficios. Paracelso, médico renacentista, postulaba exactamente lo mismo. Lamentablemente, estos conocimientos se fueron perdiendo entre cientos de estudios y medicamentos que conocemos en la actualidad. A continuación, te mostramos algunas de las semejanzas más sorprendentes, con la debida explicación de diferentes nutricionistas.
La acelga y el sistema circulatorio
Sus nervios rojizos se expanden a través de sus hojas igual que lo hacen nuestras arterias. “La acelga posee antioxidantes que se aseguran de que todas las venas estén limpias de radicales libres”, comenta la nutricionista Ashley Koff. Este vegetal te ayudará a mantener la sangre fluyendo a través de tu sistema circulatorio.
Las nueces y el cerebro
Una dura corteza y por dentro dos mitades de un fruto seco, cuyo aspecto es como el de un cerebro. Ambos están compuestos de un 68% de grasa. Sus ácidos grasos Omega 3 mejoran la memoria y reducen el riesgo de padecer demencia. Y es que “esta grasa es la lubricación que permite que todo funcione como corresponde”, asegura la nutricionista Christina Mayor.
El apio y los huesos
Los investigadores dicen que tanto el apio como los huesos contienen casi un 23% de sodio. Adicionalmente, este vegetal es alto en magnesio y es una buena fuente de silicona. “Permite que los niveles de magnesio y calcio se alineen para que nuestros huesos estén fuertes”, detalla Christina Major.
Los frijoles y los riñones
Una gran alternativa para eliminar deshechos y prevenir el estreñimiento es consumir frijoles. “Diversos estudios han demostrado que si no tienes suficiente magnesio y potasio en el cuerpo puede aumentar la posibilidad de desarrollar cálculos en los riñones”, afirma la nutricionista Adrienne Raimo.
Los tomates y el corazón
Las cámaras internas del tomate se parecen mucho a la estructura del corazón y además tienen altas dosis de licopeno, componente muy amigable con nuestro órgano vital. Investigadores de Harvard descubrieron que las mujeres que tenían mayores niveles de licopeno en la sangre presentaban un 33% menos de posibilidades de sufrir enfermedades cardíacas.
Fuente: Revista Mariela | n° de edición 97