En el dormitorio, no solo dormimos. Si así fuera, no necesitaríamos ningún tipo de luz; nos contentaríamos con la oscuridad absoluta. Lo cierto es, sin embargo, que esta pieza nos ofrece infinitas posibilidades; en ella, podemos mirar la tele, leer, hacer algún ejercicio leve….
Tamaño. Lo primero que debes hacer es medir no solo las dimensiones totales de tu habitación, sino también los espacios que están disponibles para la colocación de algún accesorio de iluminación. De esta manera, podrás elegir un artefacto de iluminación cuyas proporciones sean armoniosas con las de tu pieza.
Altura. En general, los dormitorios no suelen tener más de dos o dos metros y medio de altura. Ten este dato en consideración, y trata de eludir los accesorios de iluminación de cuerpos muy altos o muy retacones. Lo ideal es que optes por una altura media; solo así podrás asegurarte de que tu habitación estará bien iluminada y de que la luz no representará obstáculo alguno para realizar cualquier actividad.
Ubicación. No instales ningún accesorio sobre la cama; esta luz te resultará incómoda. En lugar de esto, elige colocar alguna lámpara de luz suave (pero no muy opaca) al lado de tu cama, al nivel de tu rostro. Si eres un lector nocturno, también puedes optar por comprar las lámparas portátiles especialmente diseñadas para esta actividad.
Cantidad. Por más buena que sea la lámpara y por más chico que sea tu cuarto, es imposible que un solo accesorio de iluminación satisfaga todas tus necesidades «lumínicas». Lo ideal es entonces que elijas más de una fuente de luz y las distribuyas adecuadamente en tu habitación. Es mejor que tengas varias luces de menor voltaje -esto es casi una regla de oro.
Fuente: hogartotal.imujer.com