Los fans de la cantante reactivan el movimiento #FreeBritney para pedir liberarla de la tutela de su padre
Cuando Britney Spears irrumpió en la escena musical de finales de los noventa al ritmo de Baby one more time nadie imaginaba que su futuro sería tan oscuro. La que fue coronada como Princesa del Pop, y se convirtió en un icono para todo el que creció en los 2000, s e derrumbó en el 2007, año en el que fue ingresada en rehabilitación y sufrió varios episodios de crisis nerviosas. Famosas son las escenas de Britney con la cabeza rapada, enfrentándose a la prensa con un paraguas o yendo a comprar desnuda.
En aquel momento, su padre, Jamie Spears, solicitó hacerse cargo de su tutela por espacio de un año hasta que se recuperase. Han pasado más de 12 y la situación sigue igual: Britney Spears, de 38 años, no puede hacer ni decidir nada sin la autorización de su progenitor. Según este, la estrella padece un tipo de demencia prematura que la incapacitaría para tomar decisiones.
Y es que desde que su padre tiene poder de veto sobre su vida, Britney Spears no puede hacer prácticamente nada. No tiene libertad para conducir, ni para salir de compras, ni tan siquiera para conceder entrevistas o publicar contenido en sus redes sociales. Todo pasa por el control parental que ahora ejerce su mánager, Jodi Montgomery, ya que el progenitor de la artista le cedió la responsabilidad por problemas de salud.
A lo largo de los años, Britney Spears ha creado una base de fans sólida capaz de articular un movimiento que pide la liberación de la artista. El #FreeBritney es una corriente que nació a raíz de un podcast y que se ha ido extendiendo por todo el mundo hasta convertirse en una tendencia más que incómoda para quienes gestionan la vida de la artista. Famosas como Miley Cyrus también se han sumado a la causa, pidiendo de forma pública que la cantante sea “liberada”.
Desde hace 12 años, la estrella no puede hacer ni decidir nada sin la autorización de su progenitor
Aprovechando que el próximo 22 de julio Britney Spears se presentará ante el juez para revisar el caso y pedir desprenderse de la tutela de su padre, sus fans han reactivado el #FreeBritney para que todo el mundo sepa cómo es la vida de la cantante. Una vida que discurre en una jaula de oro que para ella es una verdadera prisión.
Uno de los argumentos que esgrimen para demostrar que la artista ya no necesita supervisión es su ajetreada actividad laboral. Si está tan mal de salud y sufre una enfermedad mental (de la cual nunca se ha hablado en profundidad), ¿cómo es posible que no pare de trabajar y de generar ingresos económicos? Incluso su madre, Lynne O’Field Portell, apoya el movimiento en las redes que denuncia la situación de control bajo la que se encuentra su hija.
En el 2019, Britney Spears ingresó nada menos que 138 millones de dólares por los derechos de autor de sus canciones, por participar en The X Factor y por su residencia en Las Vegas. Es más, echando la vista atrás, la cantante ha sido una máquina de amasar dinero en los últimos años, muy a pesar de su supuesta condición mental.
La hemeroteca no falla: cuatro discos, tres giras mundiales, una residencia en Las Vegas de cuatro años de duración, jueza en el mencionado programa de televisión y la venta de diversos perfumes y prendas de lencería con su nombre. Ahora bien, de todo lo que ha ganado con esto Britney no puede tocar ni un centavo. La cantante cuenta con una asignación semanal de 1.500 dólares aunque su valor neto sea de 250 millones de dólares.
Por otra parte, y en contraposición de lo que #FreeBritney defiende, el portal TMZ ha publicado recientemente que la artista “está pasándolo mal. Su medicación dejó de funcionar y sus médicos no consiguen encontrar la combinación que le permita mejorar”. Con esta información se avala la idea de que necesita seguir tutelada. Será un juez quien decida esta semana si Britney Spears puede volver a ser una persona libre e independiente, algo que tanto ella como sus fans ansían desde hace años.
Fuente: La Vanguardia