Los niños no tienen ningún tipo de mentalidad definida; ellos comienzan a experimentar y la única forma de evaluar cada experiencia es dándole un valor emocional, por ejemplo, cuando se caen por primera vez: valor negativo; cuando dejaron en su lugar sus juguetes y reciben una felicitación: valor positivo. Como tienden a generalizar sus vivencias, debes ayudarles a ser positivos, de este modo:
Genera un buen entorno: Diariamente, refuerza sus cualidades, recordándoselas. Empieza a aplaudir sus logros y acciones sobresalientes.
Guíalos: Tienen que aprender a encontrar sus propias soluciones. Pregúntales, por ejemplo, ¿cómo hubieras conseguido un mejor resultado?
Enséñales a interpretar: Encuentren juntos el lado positivo de las cosas que parecen negativas.
Escúchalos: Cuando te cuenten algo, trata de comprender cuál es la emoción que está detrás y ¡deja que se expresen!
Háblales en positivo: Reprográmate para descartar de tus oraciones la palabra “no”. Di, por ejemplo: “Acuérdate de llevar la tarea”, en lugar de: “No te olvides de llevar la tarea”.
Fuente: Revista Mariela| n° de edición 98