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Las mansiones de Newport

Si estás en Nueva York y quieres retroceder a la época fastuosa de los Vanderbilt y los Astor, visita Newport, un pintoresco pueblo perteneciente al estado de Rhode Island.

El trayecto (desde La Gran Manzana) dura cuatro horas por tierra, y la mejor época para hacerlo es en primavera; encontrarás solo verdor y decenas de cerezos. Newport fue el sitio de veraneo de los millonarios de Nueva York en el siglo XIX y las imponentes mansiones dan cuenta de ello. En los años en que no existían leyes antimonopolio ni impuestos a las ganancias, las familias pudientes construían edificaciones similares a los palacios de Luis XVI.

Mi amigo José Bejarano (radicado en New Haven, Connecticut) me sirvió de guía, adquirimos por $ 35 un paquete para visitar 5 mansiones, por razones de tiempo alcanzamos a recorrer tres, pero, sin duda, fueron las mejores. Está prohibido tomar fotos en el interior de las residencias, la vigilancia es permanente y hay cámaras en todas las habitaciones.

Cuatro personas controlan el ingreso a cada palacete, entregan audífonos y una voz dirige el tour (con actores que recrean diálogos de los famosos residentes). Nos detuvimos primero en Marble House, construida entre 1888 y 1892 para William, el hermano menor de Cornelius Vanderbilt II. El abuelo de ambos amasó una fortuna al invertir en barcos y ferrocarriles.

El arquitecto Richard Morris Hunt fue el diseñador y costó $ 11 millones de la época, de los cuales más de $ 7 se usaron para adquirir mármol blanco. Este fue el regalo del señor Vanderbilt a su esposa Alva en su cumpleaños N° 39. La pareja tuvo tres hijos, Consuelo, William y Harold. Los Vanderbilt se divorciaron en 1895, y Alva se casó con Oliver Belmont.

Después de quedarse viuda volvió a esta mansión y mandó a construir la Casa de Té China, sobre el acantilado, aquí se dedicó a dar mítines políticos, pro derecho de voto a las mujeres.

Nuestra siguiente parada fue The Breakers, un palacio de 70 habitaciones inspirada en el estilo del renacimiento italiano construido para Cornelius Vanderbilt II, casado con Alice Claypoole Gwynne. Con un diseño y proporciones desmesuradas, el palacio cuenta con 23 habitaciones, un salón comedor de 223 metros cuadrados bañado en oro e iluminado por candelabros de cinco metros de altura y una fabulosa sala diseñada para representar un patio italiano al aire libre, con un techo de color azul cielo de casi 14 metros de altura.

Las obras comenzaron en otoño de 1893 y finalizaron en el verano de 1895; para la construcción fueron necesarios dos mil trabajadores, incluido un grupo de maestros artesanos traídos especialmente de Europa. Cuentan que esta familia eran tan clasista que de sus decenas de sirvientes apenas el mayordomo y la ama de llaves podían dirigirse a ellos. El resto tenía la obligación de no aparecer frente a sus ojos, por ello, contaban con una escalera que los dirigía directamente al área de servicio, la misma que ningún miembro de la ilustre familia llegó a conocer. Esta pareja tuvo siete hijos, la más joven, Gladys, fue la que heredó la casa luego de la muerte de su madre en 1934.

Finalmente nos dirigimos a The Elms, la casa de Edward J. Berwind. El empresario hizo su fortuna en la industria del carbón de Pennsylvania, y en 1898 encargó al arquitecto Horace Trumbauer, para que le construyera una copia del Castillo D’Asnieres situado en las afueras de Paris. En 1901 se concluyó con un costo de $ 1.4 millones.

Los jardines incluyen terrazas, pabellones de mármol, fuentes con bronces y un jardín hundido. La señora Berwind usó la casa hasta su muerte en 1961. Todas estas mansiones hoy han sido declaradas National Historic Landmark, y pertenecen a la Preservation Society of Newport.