Cuando llevo a mi bebé en brazos, para mecerlo, cantarle, alimentarle, mirarle detenidamente o besarle me siento tan bien, que no me extraña que de todas estas muestras de amor y afecto salga algo muy positivo y beneficioso también para él. Los psicólogos han denominado a estas conductas, que a los padres nos salen naturalmente del corazón, conductas nutrientes que están asociadas a experiencias de vinculación.
Los científicos consideran que el factor más importante en la creación del apego, es el contacto físico positivo, es decir, abrazar, besar, mecer, acurrucar son actividades causan respuestas neuroquímicas específicas en el cerebro, que llevan a la organización normal de los sistemas cerebrales responsables del apego.
Durante los primeros tres años de vida, el cerebro desarrolla un 90 por ciento de su tamaño adulto y coloca en su lugar la mayor parte de los sistemas y estructuras que serán responsables de todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico para el resto de la vida. De manera que las experiencias de vinculación desarrollan un apego y capacidades de apego saludables cuando ocurren en los primeros años de la vida del bebé.
En la actualidad está tomando importancia la relación o vínculo de apego del niño con el padre, una figura de gran importancia para el normal desarrollo evolutivo de cualquier persona. Sin embargo, la relación más importante en la vida de un niño es el apego a su madre porque esta primera relación determina el “molde” biológico y emocional para todas sus relaciones futuras. Un apego saludable a la madre, construido a base de experiencias de vínculo repetitivas durante la infancia, provee una base sólida para futuras relaciones saludables.
Algunas personas tienen una facilidad increíble para hacer amigos, mientras que a otros les cuesta más, incluso mantener en el tiempo sus relaciones. En el plano emocional, las relaciones humanas más intensas, las que producen mayor placer y a veces mayor dolor también, son las que formamos con la familia, los amigos y las personas amadas.
Dentro de este círculo interno de relaciones íntimas, quedamos vinculados o adheridos unos a otros con una especie de pegamento emcional que nos vincula por amor. Parece increíble que seamos las madres quienes podamos abonar el terreno del desarrollo emocional de nuestros hijos con algo tan natural como el amor incondicional que crece hacia nuestros hijos desde el día en nacen e incluso antes.
Fuente: Guía Infantil